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24 de abril de 2024

No sólo es Sexo, también es Amor




Tener sexo con otro ser humano es un acto de amor. Incluso aunque os hayáis conocido hace tan solo unas horas: compartir la intimidad es un acto de amor. Dos personas desnudas que se desean, se seducen mutuamente, comparten juegos y placeres están haciendo el amor, no importa si la relación amorosa dura un fin de semana, un verano, o unos meses, si van a volver a verse o no, si hay romanticismo o no. 


Sin embargo, vivimos en una sociedad que separa el sexo del amor como si fueran dos cosas diferentes, por eso hay gente que no respeta ni trata bien a sus compañeras y compañeros sexuales, y por eso nos hablan de ellas como si fueran seres despreciables, tratando de ningunear o invisibilizar a la otra persona: "no hay nada entre nosotros, solo sexo”, “no ha sido nada, no tengo nada que ver con esa persona, fue un calentón”, "solo follamos de vez en cuando, nada más” 


“Nada”, “solo”: intentamos minimizar la importancia de la relación para no responsabilizarnos y para no vincularnos, porque nos da mucho miedo el amor y reprimimos nuestras emociones porque nos creemos que cuando nos metemos con alguien en la cama, estamos yendo a la guerra.


Pero no solo es miedo, también es patriarcado.


Los hombres tradicionales siempre han distinguido entre las mujeres dignas de recibir amor, y las que son solo para tener sexo. Unas pueden convertirse en novias o esposas, las otras son mujeres de usar y tirar. Son cuerpos, son objetos para eyacular dentro, algunos de pago y otros gratis. Los dos grupos de mujeres están a tu servicio, a unas las tratas como si fueran señoras, y a otras como putas. 


Los hombres que se aman entre ellos también hacen lo mismo, y ahora nos sumamos las mujeres, que también distinguimos entre las mujeres y los hombres con los que nos vinculamos emocionalmente, de las personas con las que ”solo” tenemos sexo, y establecemos una jerarquía en la cual dejamos claro que unas nos importan, y otras no. 


Con unos follamos vestidas, con otros si nos atrevemos a desnudarnos. Con unos podremos llegar a compartir nuestros secretos, nuestros sueños, nuestros miedos, nuestros recuerdos, nuestros planes para el futuro, nuestras emociones más íntimas. Con los otros no nos vamos a abrir en canal, no nos vamos a desnudar el alma, no nos vamos a mostrar tal cual somos ni vamos a mostrar nuestra vulnerabilidad.


Ahora tanto mujeres como hombres presumen de tener relaciones que no son importantes, pese a que no hay nada más íntimo y amoroso en el mundo que compartir placeres e intercambiar fluidos. 


Negar lo hermoso de haber encontrado a alguien con quien disfrutamos y gozamos es una forma de mutilarnos a nosotros y a nosotras mismas. Tratar a las personas como trofeos de caza nos sirve para deshumanizarlas y así poder usarlas a nuestro antojo. 


Los hombres lo hacen mucho cuando tienen pareja estable y se saltan el pacto de fidelidad, creyendo que les perdonarán más rápidamente si dicen que no fue nada, y si afirman que solo han usado a la otra persona para descargar el deseo sexual. 


Sin embargo, los hombres no perdonan infidelidades porque saben que a las mujeres nos cuesta más separar sexo y amor, y porque saben que los procesos de cortejo y seducción son en sí actos de amor. Es una estupidez negar las emociones hermosas que nos han invadido desde que se nos encendió la chispa del deseo hasta que terminamos en la cama. 


Da igual cuánto dure una relación sexual: lo mismo si dura tres horas que tres semanas o tres décadas, deberíamos ser respetuosos, amables, y lindos con las personas con las que compartimos intimidad, y con las que gozamos del sexo. 


No importa si es una relación seria o si es una relación divertida, si hay romanticismo o no, si es un hombre o una mujer: lo que importa es que seamos capaces de relacionarnos amorosamente con los demás seres humanos, en todas las circunstancias, y que seamos capaces de cuidarnos mutuamente mientras disfrutamos.


El primer paso, yo creo, es que podamos hablar de nuestras parejas sexuales con los demás sin despreciarlas, sin minusvalorarlas, sin ningunearlas y sin hablar de ellas como si fueran trofeos de caza, sin tratarlas como cosas, productos o mercancías. 


El siguiente es tomar conciencia de que todas las relaciones son amorosas, que compartir deseo y placer con alguien que te gusta mucho es un regalo de la vida, y que todos los vínculos son hermosos e importantes, duren lo que duren, sean con personas conocidas o desconocidas. 


El amor está en todas partes, en todas las relaciones, no sólo en las parejas unidas por el amor romántico. Está en las relaciones de amistad, en las relaciones familiares, en las relaciones con compañeros y compañeras de estudio o de trabajo, con el vecindario, y con las relaciones con otros seres vivos.


Yo siento que lo disfrutaríamos mucho más si dejásemos las jerarquías a un lado, si nos liberáramos del miedo al amor, y si pudiéramos tratar a todo el mundo con respeto, cariño y ternura. 


Igual que nos gusta que nos traten a nosotras y a nosotros, ¿verdad? Con mucho respeto y mucho amor del bueno ❤️


Coral Herrera Gómez 



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