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8 de octubre de 2021

La batalla más dura del feminismo está en la casa y en la cama




Las estrategias que nos han enseñado a las mujeres para hacer frente al abuso y la dominación masculina no sirven.

-Ponerse sumisa solo sirve para que el otro se crezca y se ponga más dominante.
-Intentar no enfadar a tu pareja no sirve: en realidad no necesita motivos para estallar. Se enfadará igualmente.
-Intentar dar pena para que se apiade de ti no genera empatía ni ablanda el corazón del otro.
Más bien el efecto que provoca es el contrario: exacerba el sadismo del otro. Le hace sentirse más poderoso. Su ego necesita tenerte de rodillas.

Así que nos toca cambiar de estrategia, compañeras. Pongámonos en pie y aprendamos a usar nuestro poder para que no nos exploten, para que no nos hagan daño, y para que no nos dominen a través del amor romántico.

Aprendamos las artes de la asertividad para defender nuestras posiciones, para poner límites y aprender a decir que no.

Cultivemos la autonomía y la autoestima, y tomemos conciencia de que esto es una cuestión de justicia social: nosotras, las mujeres, somos personas libres y con derechos y queremos relaciones basadas en el respeto, la igualdad, y los cuidados mutuos.

Ahora que ya sabemos que no nacimos para servir, para sacrificarnos, ni para aguantar, exijamos un trato igualitario, sin dar un paso atrás.

La batalla más dura del feminismo está en la cama y en la casa: vamos a romper con la estructura de la dominación y la sumisión de una vez por todas. Los hombres tienen que quitarse la corona y sentarse a negociar.

A nosotras ya no nos engañan ni nos someten más