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19 de julio de 2021

Cambia tu mundo, y cambias el mundo: la terapia es colectiva


Una de las medicinas más potentes que conozco para aliviar  la soledad, el aburrimiento, el vacío existencial, la angustia vital, o el sufrimiento romántico, es unirte a la gente que lucha por un mundo mejor.

Es pura terapia social: cuando aportas tu granito de arena en los grupos de gente que pone su energía, su amor y su tiempo a las causas sociales y políticas, te sientes útil y empiezas a sentir la magia del apoyo mutuo y el compañerismo.

Cuidando a los demás y recibiendo cuidados, te cuidas mejor, y empieza a salir lo mejor de ti: toda tu capacidad para la empatía, la generosidad, la solidaridad, y el amor del bueno. Luchar por tus derechos y los de los demás, y ayudar a la gente que más lo necesita, te ensancha los horizontes mentales, y te aumentan los niveles de fe en la Humanidad y la alegría de vivir. 

Además te permite convertir la palabra en acción: el discurso se transforma en realidad.

Hay tanto por hacer: hace falta mucha gente para echar una mano en las asociaciones vecinales que reparten alimentos, que se organizan para ayudar y acompañar a las personas mayores, que se reúnen para parar desahucios, que intentan acabar con las casas de juegos y apuestas y ofrecen alternativas de ocio a la gente joven. 

Hace falta mucha gente para crear redes de crianza, para ayudar a alfabetizar e integrar a la población migrante, para apoyar a las tareas escolares a niñas y a niños en riesgo de exclusión social. 

Hacen falta familias de acogida para menores sin familia, redes para personas que sufren soledad y enfermedades mentales, víctimas de violencia machista. 

Necesitamos gente que crea en el Bien Común para devolverle la vida a los pueblos y a los barrios organizando actividades deportivas, artísticas y culturales, y teniendo redes.

También hay gente que me esita apoyo para cuidar los bosques y limpiar los ríos, para defender el derecho al agua y el aire limpio, para proteger a los animales salvajes, para impedir el cierre de centros de salud y centros de día, y para luchar por los servicios sociales que alivian el sufrimiento de tantas miles de personas.

Hacen falta muchas manos en las protectoras de animales, hay mucho trabajo en los colectivos ecologistas y animalistas, feministas y LGBT, y antirracistas. 

Puedes también aportar en agrupaciones sindicales y políticas y aprender mucho de la gente que está luchando para que todas y todos podamos vivir mejor. 

Este tejido social nos protege de los políticos que gobiernan contra nosotros, y empuja a las administraciones a buscar soluciones para los principales problemas en los barrios, los pueblos y las ciudades. Sentirte parte de este tejido social y político te permite trascender tu yo, dejar de mirarte el ombligo, olvidarte un poco de tus problemas, y mirar el mundo desde otras perspectivas. 

Ayudar, y recibir ayuda, cuidar, y recibir cuidados, es sanador y terapéutico: cuando te comprometes con la justicia social, la libertad, la igualdad, los derechos de todas y todos, es cuando la vida parece tener por fin algo de sentido. Porque sobrevivimos como especie gracias a esta capacidad para cuidarnos y para practicar el apoyo mutuo: los seres humanos no podemos sobrevivir en soledad, somos seres muy vulnerables. 

Cuando te juntas a gente con ideales que mantiene la esperanza y lucha contra las injusticias, contra las guerras, contra la pobreza y el sufrimiento, te contagias, floreces y aparece la mejor versión de ti misma. 

Salir de tu burbuja y conocer otras realidades te ayuda a valorar lo que tienes y a ensanchar tu mundo, tu mente y tu corazón. Te das cuenta de que hay otras formas de vivir, de relacionarse y de organizarse, y de que no eres tan rara ni estás tan sola. 

Da mucha alegría comprobar que hay más gente que sueña, como tú, con un mundo mejor, y que sí se puede cuando somos muchos y muchas. 

Cuidando y recibiendo cuidados aprendes a cuidarte mejor a ti misma. La búsqueda del bienestar y la felicidad no puede ser individual, ha de ser colectiva, porque lo personal es político, y no podemos ser felices si los demás a nuestro alrededor sufren. 

La mejor terapia del mundo es tejer y alimentar las redes de apoyo mutuo, y lo mejor es que no cuesta dinero: lo que aportas es tu energía, tu tiempo y tu amor.  

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Coral Herrera Gomez 


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