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8 de marzo de 2020

Rebeldía feminista y amor romántico




Uno de los momentos más importantes de mi vida sucedió un día en el que sentía roto mi corazón en medio de un duelo tremendo y me dí cuenta de que no estaba sola: calculé que éramos probablemente millones las mujeres que estábamos sufriendo en el planeta por amor. 

A mí me había dejado mi pareja, pero pensé que había cientos de motivos por los cuales tantas estábamos sufriendo a la vez: unas porque se estaban dando cuenta de que su pareja se estaba desenamorando, otras porque sospechaban o habían descubierto una infidelidad, unas en fase de subidón del enamoramiento rotas porque todo acaba bruscamente, otras en fase de decepción y desilusión cuando se les acaba a ellas enamoramiento. 

Unas sufriendo el rechazo del hombre que les gusta, otras sufriendo porque han sido engañadas y su pareja está casada. 

Unas porque no disfrutan del sexo con su pareja, otras porque viven de rodillas dependiendo económica y emocionalmente de su gran amor. 

Unas porque no logran comunicarse y entenderse con su pareja, otras en los infiernos porque sostienen terribles batallas de poder. 

Unas atrapadas en la relación porque quieren romper el vínculo y descubren que están embarazadas, otras porque están sufriendo malos tratos en su relación y están buscando la manera de escapar. 

Unas soñando con su príncipe azul, otras amenazadas de muerte por su príncipe azul. Unas, porque descubren que su compañero o compañera no es honesta, otras porque no las aman como ellas habían soñado. 

Unas porque pensaban que el amor las haría libres y las hizo esclavas, otras porque se las come la soledad. 

Millones de mujeres educadas con el mito romántico y seducidas por los finales felices de los cuentos, todas sufriendo y derrochando toneladas de energía y tiempo de sus cortas vidas. Es cuando tomé conciencia política del tema del amor romántico y me di cuenta de que si eramos tantas, es porque no era un problema personal, sino político, social, económico, sexual, emocional, cultural... 

Y sentí una rebeldía tremenda, me nacieron unas tremendas ganas de luchar para que todas las mujeres pudiésemos disfrutar del sexo, de la vida y del amor. Pensé que no era justo que las mujeres viviésemos amargadas y nos tuviesen tan entretenidas con el mito romántico. Más que entretenidas, esclavizadas y drogadas, aisladas unas de otras, cada una en su casa sufriendo por amor o por falta de amor. Y es por eso que me dedico en cuerpo y alma a esta causa: porque creo que todas las mujeres tenemos derecho al placer, a disfrutar, a estar bien. 

Gracias al feminismo, hoy tengo plena conciencia de que todas merecemos vivir una buena vida, libre de violencia, libre de sufrimiento psíquico y emocional, y sostenidas por una hermosa red de afectos. Y siento que la lucha para vivir esa buena vida que nos merecemos ya está dando sus frutos, porque cada mujer que deja de sufrir por amor es una derrota para el patriarcado, que nos quiere llorando y de rodillas frente al amor. 

Cada vez somos más las que estamos aprendiendo a cuidarnos, ya tenemos claro que queremos dejar de sufrir, y empezar a disfrutar del amor. Es una revolución amorosa feminista a la que se suman cada vez más mujeres, y estoy convencida de que si logramos transformar nuestras formas de relacionarnos y organizarnos, vamos a cambiar el mundo

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Coral Herrera Gómez