Esta noche atravesamos la mitad de la península viajando por la carretera, acompañados por la luz de la luna llena. Me fui fijando en las luces de los pueblos a lo lejos. Todos los pueblos pequeños, por pequeños que sean, tienen la luz de la torre de la iglesia.
Los medianos, la luz del puticlub y la luz de la iglesia.
Los grandes, la luz del campo de fútbol, la luz del puticlub y la de la iglesia.
Estoy impresionada con la cantidad de centros de mujeres esclavizadas que hay en mi país, a la vista de todo el mundo, disponibles 24 horas, siempre con chicas nuevas para que los maridos no se aburran. No son ilegales, los hombres comercian con mujeres y con niñas en cada rincón de España. Las luces me recuerdan que para las mujeres "buenas" están las iglesias y los suelos de las casas, y para las "malas", el burdel. Nos quieren a todas de rodillas frente al Señor.