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25 de junio de 2019

Las mujeres con las que nos comparamos

Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes, con 40 años de diferencia 


Seríamos más felices si en lugar de compararnos con mujeres bellas nos comparásemos con mujeres luchadoras que trabajan duro para sobrevivir y para salir adelante. A las mujeres nos han educado para que estemos constantemente comparándonos con las demás, de manera que siempre nos medimos con respecto a mujeres con cuerpos de top model, mujeres millonarias, mujeres exitosas que han triunfado en la música, el baile o la interpretación y han encontrado el amor con un hombre de éxito. De esta manera, es fácil que nos sintamos siempre imperfectas, y más viejas, más gordas, más feas que las mujeres famosas que salen en la tele o inundan las portadas de las revistas o las vallas publicitarias. 

Pienso que si en lugar de compararnos con las famosas o con las mujeres bellas nos fijáramos en las mujeres de nuestro alrededor, nos veríamos muy parecidas a ellas. Por ejemplo, la amiga que desobedece los mandatos de género y se rebela a sus padres, la vecina que decide separarse de su maltratador y saca adelante a sus hijos sola, la compañera de trabajo que decide no soportar una situación de acoso y denuncia, la prima que se rebela a la tradición patriarcal y decide vivir la vida a su manera... 

Si nos fijamos en ellas, podremos admirar y sentirnos inspiradas por mujeres de carne y hueso, como por ejemplo las mujeres de nuestra familia que sufrieron la guerra civil y el terrible hambre de la posguerra en España, las mujeres migrantes de América Latina y África que cruzan las fronteras en busca de una vida mejor, las mujeres que huyen de las guerras y las hambrunas, las mujeres que se organizan y defienden los derechos de todas nosotras, las mujeres que ayudan a otras mujeres en redes de apoyo mutuo y solidaridad. 

Hay muchas mujeres valientes, trabajadoras, luchadoras a las que podemos admirar: defensoras de los pueblos indígenas, de la naturaleza y los animales, y las mujeres que luchan por la paz y los derechos de las mujeres. Pero apenas sabemos de ellas porque no están de moda, no aparecen en la tele, no tienen millones de seguidoras en redes sociales. 

Otras referentes femeninas son todas aquellas mujeres que están borradas de los libros de texto y aquellas que apenas salen en los telediarios: filósofas, escritoras, dibujantes, pintoras, músicas, poetas, astrónomas, matemáticas, químicas, médicas, biólogas, periodistas, deportistas, inventoras... hay muchas mujeres a las que podemos admirar por su inteligencia, su bondad, su rebeldía, su sensibilidad, su fortaleza, y por su capacidad para resistir día a día en situaciones de pobreza, marginación, exclusión y violencia. Porque tenemos mucho más en común con ellas que con las herederas millonarias que lucen sus cuerpos a bordo de un yate: todas estamos luchando y resistiendo día a día contra el patriarcado, cada una desde su trinchera, intentando sobrevivir y tratando de ser felices. 

Como el patriarcado nos quiere envidiosas y acomplejadas, hay que buscar referentes femeninos: nos hace mucha falta tener presentes a mujeres poderosas, a mujeres luchadoras, a mujeres que son invisibilizadas y que día a día hacen que este mundo sea un poquito mejor. También a nuestras niñas les hace mucha falta conocer a esas mujeres a las que admirar, porque necesitan ejemplos a seguir y modelos de mujeres que les inspiren en la construcción de su identidad y su feminidad. 

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