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18 de diciembre de 2018

Qué puedes hacer para acabar con la violencia machista si eres hombre

Grafitti urbano de Smug

Conozco a muchos compañeros que están horrorizados con los últimos acontecimientos, y con las últimas cifras sobre la violencia machista publicadas por la ONU el pasado 25 de Noviembre, pero muchos no saben cómo contribuir a la lucha contra el patriarcado, o cuál podría ser su papel en este movimiento contra la violencia machista.

Hay muchas cosas que puedes hacer, aquí os dejo algunas ideas para empezar a trabajar:

- Trabajarte personalmente: hacer autocrítica constante con uno mismo. Ponle atención a la manera en como te relacionas con las mujeres que hay en tu vida: tus compañeras de estudios o trabajo, tu madre, tus hermanas, tus hijas y demás mujeres de tu familia, tus ligues o tu pareja, tus vecinas del barrio, o las camareras de los bares que visitas. Observa tus privilegios y la forma en que te beneficias de ellos, tu forma de cortejar y ligar, tu forma de tratar a tus compañeras sexuales y sentimentales, y la manera en que hablas de las mujeres en público. Analiza la manera en que gestionas tus emociones y resuelves conflictos, la forma en la que ejerces tu poder, la manera en que te beneficias de los cuidados que recibes de las mujeres que te quieren, Es un trabajo para toda la vida: constantemente tenemos comportamientos patriarcales y machistas, y la mayor parte de las veces no nos damos cuenta. Una vez que los identificas, puedes empezar a hacer cambios en tu vida cotidiana y en tu forma de relacionarte con nosotras.

- Trabajar en grupo: puedes juntarte con más hombres que estén trabajando sus patriarcados, y que tengan ganas de poner su granito de arena en una de las luchas políticas más importantes del siglo XXI. Podéis formaros, leer juntos, debatir, hacer talleres, y salir a las calles para protestar y para pedir a los gobiernos y a la sociedad que pongan la violencia machista en el centro de su agenda política.

- Evitar ser cómplice En tus reuniones con hombres: no le rías la gracia a los machistas, no le sigas el juego a los hombres de tu entorno que no se trabajan el machismo, y prestales tus gafas violetas: si les das tu punto de vista en vez de quedarte callado, puedes ayudar a muchos del grupo que piensan como tú y no se atreven a cortar el rollo a sus amigos. Y puedes lograr que tus amigos se hagan preguntas y empiecen también a trabajarse.

- Lee y escucha a las mujeres que llevan años estudiando y luchando en el movimiento feminista, puedes aprender mucho de ellas. El feminismo es una teoría y también un movimiento social, y como en la escuela no nos hablan de ello, tienes que ser autodidacta y aprender por tu cuenta. También puedes hacer cursos sobre feminismo y masculinidades, asistir a charlas y conferencias, y formar grupos de estudio feminista con otros hombres.

- Trabaja tu victimismo: es lógico que muchos hombres se sientan atacados y se enfaden porque todo está cambiando y no pueden hacer nada para que todo siga igual. Cuando te tocan tus privilegios, es hasta cierto punto normal que quieras seguir teniéndolos. El feminismo no es un discurso de odio contra los hombres, lo que trata es de poner el foco en la masculinidad patriarcal que domina el planeta y asesina mujeres cada cinco minutos en todo el mundo. Aunque vosotros también sufris vuestras opresiones, todas vienen del patriarcado, no del feminismo: el feminismo es un movimiento de liberación, y vosotros también estáis incluidos, pero no sois los protagonistas. Os necesitamos más como agentes del cambio que como lideres de un movimiento de mujeres.

- Educa a tus hijas e hijos sin machismo: asume de una vez tus responsabilidades domésticas, de crianza y cuidados. La única manera de enseñar la igualdad a tus descendientes es que la vean en casa, y que tú des ejemplo con tus acciones, no sólo con tus discursos. Eres el representante de las nuevas masculinidades y las nuevas paternidades, da lo mejor de ti en esta tarea.

- Trata bien y cuida a tus parejas, sean parejas formales o informales, sean parejas de una noche o de cien noches. Construye relaciones sanas e igualitarias con tus compañeras.

- Trata bien a las desconocidas también: no ejerzas acoso sexual en la calle y en los espacios públicos.

- No alquiles mujeres para tu placer sexual o tus necesidades reproductivas. No explotes mujeres pobres y no te aproveches de tu poder económico para obtener favores sexuales.

- Sé honesto contigo mismo para hacer una revisión de todas las ocasiones en que te has aprovechado de tu condición de hombre, las veces que has hecho daño a las mujeres, las veces en que has ejercido la opresión sobre ellas, y la forma en que el patriarcado te ha oprimido a ti. Si tienes que perdir perdón a alguien, hazlo. Te sentirás mucho mejor.

- Ten empatía para poder ser solidario y pregúntate a diario cómo es ser mujer en un mundo patriarcal.

- No seas indiferente ante las injusticias de tu entorno: no permanezcas callado para proteger a un compañero, no culpabilices a las víctimas, protesta cuando detectes situaciones de abuso y violencia contra las mujeres, actúa para llevar el feminismo a tus espacios cotidianos, practica tu feminismo en todas las situaciones, y aplicalo en cada una de tus relaciones.

- No intentes liderar la causa feminista: si te unes a un grupo mixto de mujeres y hombres, intenta no ser el primero que lleve la pancarta, intenta no acaparar el espacio de diálogo, intenta apoyar en lugar de protagonizar.

 - Busca tus modelos de referencia para trabajar tu masculinidad: hay muchos hombres feministas escribiendo en revistas y blogs, impartiendo charlas, haciendo vídeos y documentales, organizando jornadas y concentraciones de protesta contra la violencia machista. Están en las redes sociales, debatiendo y compartiendo información, y apoyando a las compañeras feministas. 

- Conviértete en un modelo de masculinidad antipatriarcal para los hombres de tu entorno, especialmente para los más jóvenes. Se contagia a la gente con acciones y con el comportamiento, no sólo con los discursos. Siendo una referencia puedes ayudar a muchos a cuestionarse, a trabajarse, y a unirse a la causa contra la violencia machista. Necesitamos muchos como tú.


Coral Herrera Gómez


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15 de diciembre de 2018

Crianza con apego, y compartida




Cuando hablo del derecho que tenemos las mujeres a criar a nuestros propios hijos, no pienso en el modelo tradicional de la mujer sola que se queda en casa, abandona su carrera y sus proyectos personales para dedicarse con esfuerzo y sacrificio a cuidar a los demás. 

Yo pienso más bien en la crianza con apego y compartida, es decir, aquella que se hace en tribu. La que se ha hecho siempre, toda la vida, en los pueblos y en las comunidades: las madres han contado siempre con sus madres y abuelas, con sus tías y primas, con sus hermanas y amigas, y con las vecinas, incluso también con los hombres de la familia, en especial con los abuelos. 

Ahora también hay tribus de mujeres que se apoyan mutuamente en la crianza, y tribus mixtas de amigas, amigos y parejas que se implican en el cuidado de todos los niños y las niñas para que todos puedan tener tiempo libre, y para poder acompañar y apoyar a las madres en el período de lactancia, tanto a nivel emocional como a nivel logístico y económico. De verdad que me parece una brutalidad que tantas mujeres queden condenadas a la dependencia económica y a la soledad, además siento que la crianza es una de las tareas más duras del mundo. No pienso que la solución sea buscar una sustituta para que haga nuestro trabajo y el de nuestro compañero con un salario indecente. 

Siento que no pensamos en los bebés, y que la clave no es explotar a mujeres más pobres o condenar a los niños a pasar diez horas en la guardería: hay que robarle tiempo al capitalismo para que nos deje criar y cuidar a nuestra gente. Las jornadas actuales, los horarios y las condiciones laborales no permiten que nadie se implique en una responsabilidad que tiene que ser compartida. 

Así que hay que buscar la manera de compartir los cuidados, y en esto los hombres tienen que trabajarselo mucho, a nivel personal y también a nivel político: son ellos los que tienen que aprender a cuidar, replantearse su uso del tiempo libre, y pedir las condiciones laborales aptas para asumir sus responsabilidades. 

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