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24 de junio de 2018
Romper con la cadena familiar del dolor
Hay que romper la cadena del dolor que se transmite de madres a hijas, de abuelos a nietos, y deshacernos del peso de los traumas que cargamos durante generaciones. Hay que acabar con los ciclos de la violencia y dejar de reproducir las dinámicas del maltrato en nuestras relaciones con los demás. Tenemos derecho a ser nosotras mismas, a viajar ligeras de equipaje, a dejar atrás al pasado, a empezar con ilusión una nueva etapa, a poner en práctica los aprendizajes de nuestras experiencias, a aprender desde el placer y no desde el sufrimiento.
Si el sufrimiento no para en algún punto, se perpetúa por generaciones. Podemos ser nosotras mismas las que detengamos la cadena del dolor, las que por primera vez en siglos no interioricemos los traumas de los demás, las que curemos las heridas abiertas para que se conviertan en bellas cicatrices. Hay que darse una oportunidad, a nosotras mismas y a los demás: podemos parar los malos tratos, y criar niñas y niños felices que no hereden de nosotros la culpa, los miedos, los odios, las carencias, las dependencias, los abusos, la explotación, el sadismo y la violencia.
Vamos a intentar acabar con las guerras, a rechazar las herencias familiares, a probar nuevas formas de relacionarnos, a aprender a expresar y gestionar nuestras emociones, a liberarnos de los viejos patrones y esquemas que no nos dejan ser felices.
Vamos a cerrar las heridas abiertas de nuestros antepasados, vamos a parar la guerra contra nosotras mismas, vamos a intentar tratarnos bien, y a querernos mucho, vamos a intentar hacer la vida propia y la de los demás más bonita. Nos merecemos mucho amor, más profundo que el océano.
Coral Herrera Gómez