Cuando me aplauden después de una conferencia trato de recibir el reconocimiento y el cariño de la gente con mucha generosidad. Cuando empecé a dar conferencias, talleres o clases pues me daba vergüenza y me ponia a recoger mis cosas, a cerrar la compu, a esconderme tras la mesa, deseando que acabase todo rápido. Pero un dia vi a Rocío Jurado recibir su última lluvia de aplausos en la última canción que cantó antes de morir, y me quedé maravillada con su generosidad. Estuvo largos minutos recibiendo el amor del público y devolviendolo con los brazos abiertos, con el corazón abierto, con su mirada y su sonrisa inmensa. Y me dije, yo quiero ser también así de generosa, y deseo aprender a mantener la mirada al público, y devolver lo que estoy recibiendo para que sientan mi agradecimiento y mi cariño.
Hoy en Zaragoza duró tanto el aplauso que casi me quiebro y me echo a llorar, porque he sentido como si recibiera todo el amor de todo este mes junto, como si la gente supiese que he estado todo el mes trabajando y viajando con mi bebé y mi familia, como un reconocimiento a todo mi esfuerzo durante estos años, como si supieseis todas de mi fortaleza y mi vulnerabilidad... Una chica me ha contado que el tiempo que estuvo atrapada sin salir del campamento saharaui, tuvo siempre cerca mi libro y le sirvió para mantener la fuerza mientras planeaba su huida a España. Y ahora estudia en la Universidad y nos hemos podido abrazar, y me he emocionado tanto...
En fin, que quiero que sepaís que me hace muy feliz saber que mi trabajo es valioso y útil para vosotras, que os ayuda a mirar el mundo desde otra perspectiva, que os da herramientas para empoderaros, para luchar, para analizar, para fabricar herramientas que os permitan romper con el patriarcado y disfrutar más del amor. Gracias por venir, por escucharme, por leerme, por aportar en los debates, por los aplausos y los abrazos, y por darme tanto amor del bueno. ¡Os amo!