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17 de diciembre de 2016

Sobre los placeres de la vida

Una de las cosas que más placer me da es encontrarme con gente generosa que no tiene miedo a compartirse. Cada vez me aburren más las reuniones en las que se habla de todo (política, economía, sociología, clima, cultura, cientos de anécdotas) menos de lo importante. A mi lo que me fascina de la interacción con la gente es cuando hay confianza para compartir que nos está pasando, qué estamos sintiendo, dónde nos duele la vida a cada uno, cómo afrontamos cada cual la brutalidad del sistema en el que vivimos. 

Cuando me encuentro con alguien capaz de quitarse la armadura y desnudarse para hablarme de sus sentimientos, de sus sueños, de sus miedos, de sus recuerdos, de las cosas que le conmueven y le remueven, siento que la vida me está haciendo un regalo muy especial, y corro a desnudarme yo también. 


La gente se piensa que esto solo puede hacerse con la pareja, y supongo que todos estamos más cómodos en la superficie, mostrando nuestros conocimientos o presumiendo de nuestra oratoria. 

Para mi lo político es personal y lo personal es político, por eso me aburro tanto cuando se teoriza sobre lo político sin profundizar en lo personal. Y por eso soy tan feliz cuando encuentro gente valiente que es capaz de hablar de ambas cosas. Así han sido, y son, los momentos más hermosos e importantes de mi vida: escuchando historias de vida y contando la mía con gente maravillosa.