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8 de julio de 2015

La construcción sociocultural de la Realidad desde una perspectiva Queer







¿Cómo construimos la Realidad?, ¿cómo la percibimos y cuáles son nuestras limitaciones físicas y cognitivas para poder entenderla?, ¿qué es la Realidad?, ¿quién o quienes definen lo que es real?, ¿son la misma cosa la realidad y la ficción, se diferencian en algo?, ¿cómo aprendemos a pensar y a sentir?, ¿cómo aprendemos a ser hombres o mujeres?, ¿quién define lo que es “normal” y lo que no lo es?, ¿cómo construimos la cultura y la ciencia actual?, ¿cómo heredamos y transmitimos las estructuras?, ¿cómo atraviesa la ideología el cuerpo humano?, ¿cómo actúa la ideología capitalista y patriarcal en nuestra forma de convivir, de relacionarnos y de organizarnos?, ¿por qué los medios no representan la diversidad y la complejidad de la realidad?, ¿por qué hay realidades visibles, y realidades invisibles?, ¿por qué unas realidades valen más que otras?, ¿por qué pensamos en términos de blanco/negro?, ¿para qué sirven los mitos?, ¿cómo creamos conocimiento?, ¿qué es lo que no podemos conocer?, ¿son el amor y el sexo vías de conocimiento?, ¿cómo podemos empezar a pensar de otras maneras?, ¿cómo romper con las estructuras binarias del patriarcado?, ¿cómo inventarnos otros cuentos, otros métodos, otras hipótesis, otras preguntas, otras dudas, otras formas de pensar, de construir y de relacionarnos con la realidad?



INTRODUCCIÓN al libro: "La construcción sociocultural de la realidad desde una perspectiva Queer", Coral Herrera Gómez, 2015.


Ciencia, sexualidad, amor, conocimiento, comunicación, género, ideología, 
estructuras, cuerpos, saberes, y resistencias…


Otras realidades son posibles: otras formas de pensar, otras visiones de mundo, otras formas de comunicarnos, de intercambiar información y saberes, de transmitir conocimientos, de hacernos preguntas, de narrar la Historia del pasado y del presente, son posibles. Otras formas de estar y de relacionarnos con nuestro entorno son posibles. Otras formas de percibir y conocer, y otras formas de hacer ciencia y de producir cultura son también posibles. Otras formas de construir nuestra identidad, de relacionarnos con nuestros cuerpos, de amar y de organizarnos social, afectiva y políticamente, son posibles. Y necesarias.

Escribo este libro desde el convencimiento de que podemos transformar la Realidad porque es una construcción social, política, económica y cultural que puede deconstruirse, transformarse, mutar, revolucionarse. Mi apuesta es reivindicar la complejidad y la diversidad del mundo que construimos entre todos y todas, dejar atrás el pensamiento binario que reduce la realidad a dos pares de opuestos, deshacernos de las ideologías hegemónicas que perpetúan el capitalismo y el patriarcado dentro de cada uno de nosotros, cuestionar todas las verdades dadas por supuestas.

Mi enfoque está basado en la teoría queer, que reivindica la subjetividad, que sigue criticando la normalidad y la verdad, que visibiliza lo invisible, que rompe con la tradición y la modernidad, y aplica un enfoque transdisciplinar y diverso en la forma de hacer ciencia y de pensar la Realidad.


marco teórico

Esta obra surge del primer capítulo de mi tesis doctoral,“La construcción sociocultural de la realidad, del género y del Amor Romántico”, Universidad Carlos III de Madrid, que estuvo centrada en la investigación sobre la construcción social y cultural de la realidad, de las identidades de género, y del amor romántico. Este libro es una síntesis subjetiva de la crítica al pensamiento binario y la ciencia tradicional en la que aporto una visión queer al análisis del conocimiento sobre la Realidad. En Otras realidades son posibles he querido analizar el modo en que nos adaptamos a la norma, o nos alejamos de ella: todos los procesos de imposición generan resistencias, de ahí que podamos jugar con la Realidad, deconstruirla, desmontarla, analizarla, y elaborar nuevas construcciones bajo la premisa de que otras realidades son posibles.





La Realidad que construimos está determinada por la ideología capitalista y patriarcal que atraviesa nuestras estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, y religiosas. Pero también construye y determina nuestras estructuras afectivas, emocionales y sexuales. Atraviesa nuestro deseo, nuestros cuerpos, nuestra autoestima, y nuestras formas de relacionarnos con la comunidad en la que vivimos.

La ideología es transmitida por la cultura, en ella se articulan todos los procesos de construcción de pensamiento y conocimiento, interconectados entre sí de modo que conforman una Realidad completa, coherente, sólida. A través de los productos culturales y la comunicación de la información, se transmite una visión del mundo y se invisibilizan otras perspectivas y otras formas de construir y relacionarse con la Realidad.

La ideología hegemónica es entonces, el eje vertebrador de nuestras formas de organización, de lenguaje y pensamiento, de relación con el mundo y con nuestros semejantes. Desde esa ideología se construyen mapas, esquemas, modelos de referencia que sirven para imponer unas estructuras emocionales y sentimentales. A través de la cultura aprendemos lo que es “normal” y lo que no lo es, y asumimos todas las estructuras impuestas como si fueran “naturales”, divinas o eternas.

Afortunadamente, nuestra perspectiva crítica nos permite cuestionar las normas, las estructuras, las creencias, los modelos y los patrones que aprendemos en nuestro proceso de socialización y educación. Esta capacidad de cuestionamiento nos permite analizar críticamente la Realidad y deconstruir el concepto de “normalidad” o el de “naturalidad” que se impone en cada época histórica de acuerdo a la ideología hegemónica de cada sistema social y cultural.

En las sociedades occidentales la ideología hegemónica está basada en las jerarquías de poder, en las categorizaciones excluyentes, y en las oposiciones duales. La estructura de pensamiento más primaria que heredamos y que seguimos utilizando para pensar es el “pensamiento binario”, según el cual percibimos la realidad desde pares de opuestos. Cada par de etiquetas contiene dentro de sí extremos basados en la idea de lo bueno y lo malo, lo superior y lo inferior: por eso dividimos el mundo entre buenos/malos, ricos/pobres, normales/raros, blancos/negros, masculino/femenino, civilizados/salvajes, heterosexuales/homosexuales, colonizadores/colonizados.

Esta es la razón por la cual no nos gusta la ambigüedad, nos da miedo lo que no logramos etiquetar, nos inquieta la indefinición, y nos sentimos perdidos cuando un objeto, ser vivo o situación es inclasificable dentro de nuestras reducidas estructuras mentales. Quizás por este miedo a lo desconocido o a lo diferente, la gente rechaza otras orientaciones sexuales, otros acentos, otros colores de piel, otras religiones, u otras formas de pensar.

La ideología occidental hegemónica basada en el pensamiento binario y jerárquico tiene tres vertientes: la económica (capitalismo), la política (democracias), la sociocultural y emocional (el patriarcado). Estas tres grandes construcciones están interrelacionadas entre sí, se apoyan mutuamente, y se nutren de la misma ideología: unos son los malos, otros son los buenos; unos gobiernan, otros son gobernados; unos tienen los medios de producción, otros trabajan para ellos; unos tienen privilegios, otros tienen necesidades; unos emiten información, otros la consumen. Vivimos en un sistema diseñado para el bienestar de las minorías que acumulan poder.

Para que este sistema basado en la desigualdad y la acumulación de poder se sostenga es necesario transmitir sus valores a través de los medios de comunicación, de modo que todos asumamos como propios intereses ajenos y necesidades fabricadas por otros. Aprehendemos el mundo, aprendemos a pensar, a hablar, a sentir, a relacionarnos con los demás, a con-vivir en nuestra sociedad a través de las instancias educativas, pero principalmente a través de la cultura, que nos ofrece modelos a seguir, idealizados y mitificados.

Estas estructuras socioculturales nos resultan reconfortantes porque nos permiten desarrollar nuestra identidad para poder integrarnos y adaptarnos a la comunidad en la que vivimos. Pero también nos limitan y nos aprisionan porque son las únicas que tenemos, y porque cualquiera que se desvíe de la estructura normativa es señalado, condenado o rechazado por las estructuras judiciales, legales, y sociales que marginan todo aquello que no se ajusta a la visión de mundo propuesta por el capitalismo patriarcal.

Sin embargo, otros sistemas de pensamiento son posibles, y más allá de estas estructuras simples y representaciones tipificadas, la realidad es más compleja, rica y diversa. Si nuestros productos culturales y mediáticos son tan repetitivos es porque el sistema, para seguir funcionando, necesita mostrarnos héroes y heroínas con quien nos podamos identificar, conflictos entre extremos y soluciones sencillas, pensamientos reduccionistas, pensamientos mágico-religiosos que moldeen nuestras aspiraciones. Nos crean las metas a seguir y como no nos enseñan a gestionar las emociones, nos ofrecen relatos en los que nos transmiten las estructuras emocionales para sentir “patriarcalmente”. Por eso amamos patriarcalmente.

Los sistemas educativos son una pieza esencial en la perpetuación del statu quo de la realidad: en ellos los niños y las niñas asumen conceptos e internalizan los valores de nuestra sociedad. Las preguntas incómodas con contestadas con verdades absolutas para que todo siga como está: por eso en los medios de comunicación la diversidad de la realidad es invisibilizada y por eso solo vemos modelos basados en patrones tradicionales cargados de ideología individualista y consumista.

La sociedad, de algún modo, tiene que lograr que sus miembros adopten los patrones de conducta sin demasiadas transgresiones, pues las protestas y los cuestionamientos son perjudiciales para la salud de cualquier sistema basado en los grupos de poder y las categorizaciones establecidas para crear diferencias.

La Verdad es una de las mejores herramientas para hacernos creer que unas cosas son ciertas y otras son mentira. La Verdad varía según el punto de vista desde el que se enuncie, pero nos la presentan como algo absoluto, cerrado en sí mismo, objetivo “porque sí”, y que requiere aceptación inmediata, como el acto de fe. Gracias a la verdad creemos poder distinguir, también, qué es ficción y qué es real.

La Realidad es una construcción creada desde las instituciones, desde los grupos de poder económico, desde los grupos de poder político, y determina nuestras vidas cotidianas. Por eso puede transformarse, cuestionarse, derribar antiguas estructuras e inventar otras nuevas. Los medios de comunicación y las industrias culturales nos transmiten y crean la Realidad desde
la ideología hegemónica, pero afortunadamente existen otras formas de percibir, pensar y comunicar las diferentes realidades en las que vivimos.

Todos nosotros, todas nosotras, construimos nuestra realidad individual y colectiva día a día, y son minoría las personas que se adaptan fielmente al sistema propuesto por la televisión y los medios tradicionales. Tenemos que celebrar que poseemos la capacidad de desobedecer, generar crítica, desmontar los mensajes y las normas que se nos imponen, y proponer nuevas formas de construir la Realidad, o de visibilizar las diversas realidades.

enfoque queer

El enfoque queer desde el que he trabajado pretende aportar a la deconstrucción del pensamiento binario, explicar por qué pensamos en sistemas de pares de opuestos, y visibilizar el modo en esta forma de pensar nos empobrece y nos limita. La reivindicación política de este texto reside además en la visibilización de nuevas formas de pensar, de percibir, de relacionarnos con la realidad. Visibilizar, también, otras ideologías alternativas que sostienen otros discursos, que crean otras performances, que nos cuentan otros cuentos.

En este siglo XXI; el Queer ha incorporado la identidad, el género, el cuerpo y la sexualidad como construcciones sociopolíticas al análisis de la Realidad y del conocimiento. Y desde hace unos años, estamos también incorporando las emociones y los sentimientos, porque son asimismo construcciones culturales y sociales basadas en la misma ideología hegemónica.

El Queer no es una metodología ni posee pretensiones de universalidad, de modo que no existe una “nueva forma de pensar” que nos sirva de guía. Tampoco tiene un modelo ideal o una propuesta determinada en el ámbito económico o político. Sin embargo, para mí es esencial como herramienta de análisis y de activismo sociopolítico, precisamente porque no ofrece paraísos ni utopías ni esquemas con carácter absolutista, y permite así que se sucedan las críticas y las propuestas con mucho mayor margen de maniobra.

Además al rechazar los binomios, el queer no se instala cómodamente en el activismo o en el academicismo, sino que transita entre la calle y las aulas, los museos y las discotecas, los congresos y los centros sociales okupados. Los procesos de crítica y la demolición de los edificios de la tradición se producen desde todos los rincones de nuestra cultura y se dirigen hacia todos los frentes, en todos los niveles.

La Teoría Queer tiene una línea de continuidad con los feminismos y el posestructuralismo, pero su producción artística, intelectual y su lucha social le convierten en una corriente más integral, pues no se encajona en un solo ámbito o disciplina y ofrece miradas diversas sobre la realidad.
Al no creer en el concepto de “verdad”, no ofrece soluciones totalizantes ni mapas para reconducir el sistema hacia un punto determinado. El Queer está descentralizado, y teóricamente tampoco acoge en su seno las jerarquías características de los sistemas democráticos en los que vivimos. De este modo, el Queer se parece a Internet en que los textos, las deconstrucciones, las preguntas, las propuestas, las imágenes, las reflexiones, se relacionan de un modo horizontal, esto es: unos textos no son más válidos que otros, y unas preguntas no son más representativas que otras.

El Queer reivindica la complejidad de la realidad, la visibilización de lo invisible, la necesidad de defender la diversidad frente a los procesos de homogeneización y globalización cultural. El Queer entona un “nosotros/nosotras” radicalmente inclusivo que reniega del individualismo del “sálvese quien pueda” y del miedo atroz al otro, a los otros, a las diferentes, a los extraños, a las extranjeras, a los negros, a los rojos, a las mujeres transexuales, a los maricas, a las raras. Los y las queers hacen gala de sus rarezas, de sus diferencias, y claman contra toda forma de pensamiento autoritaria y rígida.

De este modo, el queer no solo rompe con el pensamiento binario, sino también con toda la producción asociada a este pensamiento binario y jerárquico: el patriarcado, la globalización, las democracias actuales, el fascismo y el capitalismo. Pero también con toda forma de hegemonía que al imponerse sobre las demás ideologías, discrimina a las mal llamadas “minorías”. El racismo, el sexismo, la homofobia, la lesbofobia y la transfobia, la misoginia y el machismo son todas enfermedades sociales que rechazan la diversidad y provocan muchos millones de muertos cada año en todo el mundo.

Desde esta postura crítica, posestructuralista, deconstructivista, feminista y queer parto para analizar los planteamientos de diversos teóricos y teóricas de diferentes épocas históricas que han institucionalizado el pensamiento binario como un fenómeno “natural” en la Humanidad. Y a partir de ahí visibilizar a aquellos y aquellas que proponen sistemas más diversos y complejos de pensamiento y que se dedican a seguir batallando por deconstruir los pilares de conceptos contrarios sobre los que se asienta nuestra cultura (objetivo/subjetivo, correcto/incorrecto, orden/caos, razón/emoción, masculino/femenino).

Mi intención ha sido trabajar desde el pensamiento en red queerizado que conecta todas las dimensiones de las realidades para explicar cómo interaccionan y se influyen mutuamente la dimensión política, económica, social, sexual, emocional, cultural, religiosa.

Creo que lo personal es político, que lo que se construye se puede deconstruir, y que otras realidades son posibles.


Construcciones y deconstrucciones

El libro comienza con un breve recorrido cronológico por la Historia de las ciencias y las filosofías de nuestra civilización occidental desde una perspectiva crítica y multidisciplinar. El primer capítulo es un breve repaso por las principales corrientes teóricas que han reflexionado en torno a la Realidad, bien como fenómeno completamente externo a nosotros, o como un constructo sociocultural que varía según las épocas históricas, o las zonas geográficas. Navegaremos por esas reflexiones en torno a cómo percibimos la Realidad, y los límites físicos y culturales de la percepción en la especie humana. Analizaremos nuestro papel como constructores y constructoras de realidad en el ámbito político, económico, social, cultural, religioso, ético y moral, sexual y emocional, desde las instituciones que creamos y desde nuestras vidas cotidianas.

Para ello repasaremos brevemente los mecanismos de construcción de realidad que propusieron Berger y Luckmann, de modo que entendamos un poco mejor cómo los humanos aprendemos a pensar y a comportarnos, como aprendemos a sentir y a relacionarnos, como asumimos y rechazamos normas, como las transmitimos a la siguiente generación, como aprendemos a reprimirnos en sociedad. Solo que lo haremos con un enfoque de género, transversal en todo el estudio.

La construcción de las identidades determina nuestro modo de ser, de estar, de sentir, de comportarnos, de relacionarnos con el mundo, de tomar decisiones, del disfrute de nuestra sexualidad, entre otras muchas cosas. La apuesta tras la reflexión en torno a la construcción del género es romper con las etiquetas que nos encierran en roles bajo estereotipos reduccionistas que constriñen nuestra libertad, nuestros afectos, nuestras trayectorias profesionales y vitales. Para ello es vital que deconstruyamos los mitos, que apostemos por otros productos culturales alternativos a la tradición, que inventemos otros modelos de referencia, que sigamos construyendo nuestros medios de comunicación.

Analizaremos cómo los medios de masas construyen realidades que asumimos como verdades inmutables: a través del espectáculo y de la seducción mágica de los relatos se nos imponen unos patrones sentimentales que poseen unas consecuencias visibles en nuestro modo de organizarnos política, económica y socialmente.

Estos mensajes de ideología están invisibilizados, pero se repiten hasta el infinito: la publicidad, las empresas, los bancos, los partidos políticos, las élites eclesiásticas, las élites monárquicas. Es un discurso conservador y sumamente mitificado por los medios, que nos ofrecen paraísos emocionales, utopías amorosas y realidades ficcionalizadas. No solo nos ofrecen paraísos, sino que reprimen el resto de paraísos no hegemónicos. Nuestra sociedad, afirmaron Freud y Marcuse, está basada en la represión de nuestros instintos sexuales. Cada cultura posee sus tabúes, normas, prohibiciones, creencias y costumbres, en torno a la sexualidad y las emociones.

Amor y sexo están regulados para que nos adaptemos al esquema de normalidad/anormalidad construido desde la hegemonía ideológica. La ideología patriarcal y capitalista construye estas estructuras amorosas desde la cultura: teorías, ritos, mandamientos, creencias, mitos, discursos, declaraciones, relatos, canciones, noticias. La cultura está influida e influye en las demás estructuras.

Entonces crea y a la vez refleja, en un proceso bidireccional múltiple, la sociedad, la política, la economía, los medios de comunicación, etc. Por eso los medios son fundamentales en la actualidad para explicar cómo se crea la realidad desde la cultura, y como la ideología hegemónica es el hilo conductor de todas nuestras demás construcciones.

El capitalismo y el patriarcado no son solo estructuras sociopolíticas y económicas. Se encuentran insertos también en nuestros cuerpos, en nuestro deseo, en nuestras estructuras
emocionales, y determinan nuestro comportamiento, deseo, sentimientos, aspiraciones. Por tanto escriben el guión de nuestra historia de vida, instauran los raíles por donde nuestra cotidianidad va a transcurrir, determinan nuestra identidad, nuestra sexualidad, nuestras profesiones, nuestras maternidades, nuestro modo de vida, nuestras relaciones.

Tener en cuenta como se construye Realidad desde estos esquemas hegemónicos nos sirve para poder desmontarla y para comenzar a trabajar en la visibilización y construcción de otras realidades posibles.

Coral Herrera Gómez


 "La construcción sociocultural de la realidad desde una perspectiva Queer", Coral Herrera Gómez, 2015.