Ser Queer es ser
raro, anómala, ambiguo, indefinida, extraño, extraordinaria, especial, o
diferente. La gente queer habita en los márgenes del sistema y desestabiliza
las categorías hegemónicas, por eso resultan molestos o subversivas. La rebeldía
queer no es meramente estética, sino ante todo política: reivindican la
diversidad y rechazan la tiranía de la “normalidad”, por eso lxs queers no
pretenden ser aceptados ni desean verse integrados en el sistema. Adoptan el
término que los discrimina para visibilizar la riqueza de las diferencias, y se
multiplica en mil apropiaciones: la Marcha de las Putas, la Marcha de
Invisibles, la Marcha de Incurables, la Danza de los Nadie.
La gente queer son las mujeres y hombres
transexuales, personas intergénero, hermafroditas, bisexuales, travestis, las prostitutas y
prostitutos de la calle, los curas gays, las lesbianas rurales, las bolleras
urbanas, los marimachos, las maripilis, las
transmaricabolleras, las inmigrantes, los activistas políticos, los asexuales
y las viciosas, las minorías étnicas o religiosas, la población presidiaria,
los parados de larga duración, los refugiados y las expatriadas, las ancianas
excéntricas, los alcohólicos anónimos, las académicas subversivas, las drag
queen y los drag King, los tríos felices y los atormentados, los desahuciados
del sistema laboral, las artistas marginales, los grupos de hackers antisistema
, las viajeras y los vagabundos, las personas con alguna discapacidad física o
mental, los locos y las locas, los border line, las frikis, los ermitaños, los utópicos
, y las luchadoras.
Bajo la etiqueta
queer caben todos y todas, también los heterosexuales monogámicos con afanes
reproductivos; pero como etiqueta que es hay que estar atentas para no verse
atrapadas por la categorización. La lucha queer en este sentido es paradójica
porque pretende ir más allá de cualquier etiqueta que al clasificarnos constriña
nuestra libertad identitaria, emocional y sexual, y nuestros derechos fundamentales.
El queer es una
apuesta por explorar las fronteras y destrozar las dicotomías del pensamiento
binario y jerárquico de nuestras sociedades occidentales. Es también una
herramienta de análisis multidisciplinar en el área de las ciencias sociales y
las filosofías, y una prolongación de las luchas feministas que pretende acabar
con la rígida división de roles y con los estereotipos que determinan la
construcción de las identidades de género. Lo interesante de esta herramienta
es que es un proceso no acabado, que está ahora entre nosotras, que es puro
presente, y que está abierta a acoger todas las reflexiones que cuestionan el
orden patriarcal y capitalista.
Además, en el queer también caben las propuestas sociales y culturales para transformar nuestras formas de organización y de relación. El queer apuesta por derribar las estructuras económicas, políticas, sociales, emocionales y sexuales para crear otras estructuras más dinámicas, flexibles, cambiantes. El Queer jamás es definitivo, no posee líderes que marquen las líneas a seguir, no posee posturas totalizantes ni ofrece verdades absolutas, no se acaba con la crítica al sistema. Los queers quieren visibilizar lo invisible, ese lado oscuro de nuestra realidad que nos incomoda: la prostitución, el adulterio, la homosexualidad, la indefinición, la locura y los miedos…
El queer ilumina
estas zonas oscuras y grita: “Estamos aquí, existimos, somos queer”. La visibilización de los excluidos por el
sistema se expresa en la gente queer a través de mil formas posibles: conferencias en congresos académicos, performances
queer en las calles artículos de bloggers,
shows en fiestas queer, vídeoperformances en youtube, publicaciones en papel y en digital, manifestaciones por los
derechos humanos, carteles y afiches reivindicativos, jornadas de reflexión en
colectivos, páginas web de temática LGBT, besadas frente a los bares que
discriminan a parejas homosexuales, o acciones públicas como las de Pussy Riot,
el grupo punk ruso de mujeres que cantó en una iglesia contra el patriarcado, o
las Femen, que van alterando las estructuras de la “normalidad” con desbordante
alegría y mucha rabia.
Lxs queers están
por todas partes, aunque unas se definan como tales y otras personas no, la
resistencia a la definición es una resistencia política. Lo cotidiano es
político, las emociones son políticas, las identidades son construcciones, las
narraciones se pueden diversificar, los mitos se pueden deconstruir, las
fronteras dicotómicas se pueden derribar, y las jerarquías pueden eliminarse: en la academia y
en las discotecas, en las camas y en las calles.
Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista MagLes, en el número 5, Abril 2013, Barcelona.
http://maglesrevista.es/revista-lesbica-magles-5/
Podéis descargarla gratuitamente aquí:
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