Esta imagen vale más que mis palabras: para vivir en un mundo mejor basta con abrazarse con fuerza al amor de tu vida, porque es el camino para la felicidad. Esta imagen tan romántica no es nada inocente; nos dice: para ser felices basta con tener a alguien a tu lado, o entre tus brazos, para olvidarse de las desgracias mundiales.
Coca Cola nos presenta el amor romántico como panacea a todos nuestros males y los de la humanidad. El amor correspondido como tabla de salvación, el romanticismo idealizado como refugio frente al mundo, como solución a la soledad, como paraíso en el que lograr la felicidad.
Y es que el amor en sí no es más que un medio para alcanzar metas más altas, aunque también lo puedes disfrutar como un fin en sí, del mismo modo que la Coca Cola; sólo con beber el refresco ya experimentas "un mundo de sensaciones" en tu boca, pero que además te socializa, te da alegría, te permite olvidar las penas y recordar que "Todo va mejor con cocacola",y gracias a ella puedes experimentar la "Sensación de vivir", porque Coca Cola es "La chispa de la vida", y si te sientes triste, preocupada, o deseperado, puedes abrazar "El lado Coca Cola de la vida".
El amor romántico de Coca Cola es un amor heterosexual, entre dos jóvenes blancos, adultos de diferente sexo en edad reproductiva, siempre sanos, jóvenes y guapos, de clase media y occidentales. Ese es el modelo canónico que nos han vendido hasta la saciedad en las novelas, las películas, las series televisivas; y todas las demás formas de relacionarse erótica y sexualmente han sido invisibilizadas, o simplemente presentadas como desviaciones a la norma.
Y es que el amor que rompe con la dualidad, con la heterosexualidad, con las diferencias de edad, de clase social, de idioma o religión, no vende. No vende porque los tríos y los cuartetos son aberraciones que se oponen a la pareja, porque una señora no puede enamorarse de su jardinero, porque dos mujeres no pueden unirse desafiando el institnto reproductivo, porque el amor entre ancianos es obsceno, porque el amor entre dos hombres es vicio, porque el amor en grupo es lujuria, porque el amor entre gente con deficiencias psíquicas o trastornos mentales no es amor...
El amor de Coca Cola es un amor idealizado, siempre presentado como una fuente inagotable de armonía, paz conyugal, diversión y cariño a borbotones. Es una utopía posmoderna que nos hace olvidar que los seres humanos no somos perfectos, y por tanto las relaciones entre nosotros tampoco lo son; no se nos muestra entonces que el romanticismo patriarcal está basado en la dependencia mutua (dictada por la división de roles), la necesidad, las luchas de poder, el miedo a la soledad, el deseo de belleza y de juventud eterna, la mitificación de una estructura que genera más dolor, decepciones y frustración que otras relaciones afectivas menos idealizadas.
El amor de Coca Cola nos enseña que para ser feliz no hay que unirse en redes de cooperación y solidaridad mutua, que no es necesario organizarse contra los abusos del poder ni contra la deshumanización del sistema capitalista, que no sirve de nada tratar de cooperar en la creación de un mundo sin guerras, sin destrozo medioambiental, sin jerarquías que discriminen... no, lo importante es TENER a alguien, unirse a otro yo solitario y hacer frente al mundo en parejas, unidos para siempre en una burbuja de felicidad y armonía individualista.
Coca Cola nos invita a consumir y a olvidarnos de los problemas, y crea campañas inundadas de optimismo donde se nos dicen cosas como "por cada científico diseñando un arma nueva, hay un millón de mamás haciendo pasteles".
Si, las mamás en casita cocinando, sin duda contribuye a crear un mundo más dulce y amable...
Y es que Coca Cola ha organizado el I Congreso de la Felicidad y ha creado el Instituto de la Felicidad, para tratar de animarnos dado el pesimismo generalizado que cunde ante las guerras, los desastres nucleares, las playas contaminadas, los bajos salarios, los millones de parados, los vertidos de crudo, el enriquecimiento de los ricos, el empobrecimiento de los pobres, la corrupción de los políticos, la falta de ética de las empresas y sus directivos, la contaminación del aire, la violencia machista, el maltrato infantil, las redes de tratas de personas....
Coca Cola nos propone que seamos optimistas, que nos amemos de dos en dos, y que nos reproduzcamos alejando la rabia, la preocupación, el dolor y la indignación por la crisis económica... con el optimismo lograremos alcanzar la felicidad (aunque solo sea la propia)
Y antes de terminar, recuerden que para ser feliz hay que beber este refresco y ante todo, tener pareja, si no échenle un vistazo a la web de la Felicidad Coca-Cola:
http://www.institutodelafelicidad.com/feli/amor-y-sexo/el-amor-lo-m%C3%A1s-importante
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