No hay fórmulas mágicas para no sufrir ante la pérdida de un ser querido, o frente a la ruptura de una relación familiar, de amistad, o de pareja. Nos duele mucho separarnos de nuestros seres queridos, pero hay algunas cosas que podemos hacer para pasar el duelo de la mejor manera posible.
Los duelos cuanto más cortos, mejor. Cada cual necesita su tiempo para aceptar la realidad, pero si vamos a tener que asumir una realidad que no nos gusta y que no podemos cambiar, mejor que sea pronto. No merece la pena pasar años de nuestras vidas sufriendo, porque nuestras vidas son muy cortas, y se viven mejor cuanto más afecto damos y recibimos, y cuanto más amor tenemos a nuestro alrededor.
El amor no es eterno, ni dura para siempre. Es una realidad constatable y medible: según las estadísticas de divorcios, segundas y terceras nupcias, la gente se junta y se separa en todo el planeta. Y es que el amor, como todo en la vida, empieza, cambia, se extingue, muta, evoluciona, o se estanca. A veces dura una noche, otras veces meses, o años de nuestra vida: unas relaciones funcionan a las mil maravillas, otras mejoran con el tiempo, otras se deterioran, y otras, simplemente, no funcionan, o dejan de funcionar pasado un tiempo.
Sin embargo, y aunque lo tenemos muy claro en la teoría (el amor dura lo que dura), nos cuesta mucho separarnos de la gente a la que amamos. Nos duele el alma si nuestro amor no es correspondido, o cuando notamos que ya no sentimos amor por alguien y queremos seguir nuestro camino, o cuando nuestro amado o amada nos comunica que ya no quiere estar con nosotras.