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14 de septiembre de 2021

Prólogo de El Contrato Amoroso, de Coral Herrera






Desde que se publicó mi libro Mujeres que ya no sufren por amor, somos cada vez más las mujeres que estamos hartas de sufrir y pasarlo mal, y de vivir de rodillas frente al Señor: nos hemos puesto en pie y tenemos claro que no hemos nacido para ser esclavas del amor.


Durante este tiempo he estado fabricando, junto a mis compañeras del Laboratorio del Amor, las herramientas que necesitamos para liberarnos individual y colectivamente, para llevar la utopía a la práctica, y para dejar de sufrir y empezar a disfrutar del amor. Estamos reivindicando nuestro derecho al placer, al goce y a vivir una buena vida libre de sufrimiento, de explotación y de violencia. Además, estamos sembrando las semillas de la revolución amorosa, y recogiendo ya sus primeros frutos.


Han pasado cuatro años desde que planteé la posibilidad de dejar atrás el romanticismo patriarcal y sustituir las formas tradicionales de relaciones de pareja por los amores compañeros. Pero lo cierto es que esta utopía aún no es posible porque para poder querernos bien y para poder disfrutar del amor, tenemos que poder querernos en libertad y en igualdad.


Y las mujeres, ni somos libres, ni somos iguales.


Para llevar la utopía de los amores compañeros a la realidad necesitamos sustituir la competitividad por la cooperación, y el individualismo por las relaciones de apoyo mutuo. Hay que parar la guerra contra las mujeres, transformar las masculinidades, acabar con las estructuras del pasado e inventarnos otras basadas en la empatía, la solidaridad, los cuidados y el compañerismo.


Ya estamos haciendo la revolución amorosa, pero aún nos queda mucho. Y de momento nosotras estamos solas, porque los hombres aún no se han unido.


Nosotras necesitamos un cambio personal y político que nos permita querernos mejor a nosotras mismas, y entre nosotras, y sobre todo necesitamos acabar con el patriarcado en la cama, en la casa, en nuestra pareja. 


Es una cuestión de autodefensa emocional: no podemos ir desnudas al amor mientras ellos van armados hasta los dientes.


Así que necesitamos un contrato para construir una relación basada en los cuidados y el compañerismo, con nosotras mismas y con nuestras parejas.


En este libro encontrarás ejercicios prácticos y herramientas con las que podrás aprender a negociar, a tomar conciencia de las condiciones en las que estás negociando y a identificar tu posición de poder antes de la firma del contrato. Podrás aprender a usar tu poder para evitar el abuso y la explotación por parte de tu pareja, aprender a cuidarte a ti misma y a cuidar tu relación, y a terminarla si no se dan las condiciones para quererse bien.


Vamos a tomar conciencia de por qué los acuerdos con la persona amada son importantes, cómo comunicarnos sin violencia y de una forma asertiva y amorosa, cómo ahorrarnos toneladas de sufrimiento, cómo practicar la autodefensa emocional, cómo construir una relación igualitaria, sana y con mucho amor del bueno.


Vamos a aprender a utilizar el método de la autocrítica amorosa para nuestro trabajo de desarrollo personal, con el objetivo de mejorar la relación con nosotras mismas, con nuestras parejas y con los demás. También vamos a aprender a cuidarnos cuando estamos enamoradas, cuando nos desenamoramos y cuando nos separamos.


Con los textos, los ejercicios prácticos y las herramientas podrás hacerte muchas preguntas, conocerte mejor a ti misma y entender las estructuras de poder en las que nos relacionamos a diario.


En toda la obra hablaremos mucho del ego y del poder, del arte de la no violencia, de la importancia de desterrar el sufrimiento de la ecuación amorosa. En ella encontrarás muchas claves para trabajar los patriarcados que te habitan, a solas y en pareja, y también encontrarás muchas razones para la rebeldía y la revolución.


Porque trabajando con este libro vas a aprender que el contrato con tu pareja puede funcionar o no, pero que la prioridad siempre es el compromiso contigo misma, y el contrato que firmas contigo misma. Solo así podrás identificar cuándo hay que deshacer el vínculo y liberarnos de relaciones en las que no hay reciprocidad, no nos tratan bien, no nos cuidan bien, y en las que, en definitiva, no disfrutamos sino que además sufrimos.


La primera norma del autocuidado es romper las relaciones que nos perjudican y respetar los pactos con nosotras mismas: traicionarse a una misma es demasiado doloroso. Lo que necesitamos no son guerras internas, sino un oasis de paz, de amor y de luz en nuestro interior.


El amor de pareja es una construcción viva: se transforma y requiere muchos cuidados. Si bien hoy sigue siendo un potente dispositivo de control social sobre las mujeres, también sabemos de su enorme potencial revolucionario, porque el amor romántico no es la única forma de relacionarse: hay muchas maneras de quererse.


La estructura patriarcal nos hace prisioneras y nos pone de rodillas frente a las personas de las que nos enamoramos. Para ser libres podemos renunciar al amor, pero también tenemos la posibilidad de transformar el amor y liberarlo de toda su carga sexista y misógina.


El amor se puede desmontar y reinventar, y para ello hay que cambiar no solo nuestras formas de relacionarnos, sino también de organizarnos social, política y económicamente. Esto significa que si lo personal es político, lo romántico también es político, y que en la medida en que nos liberamos nosotras, también estamos contribuyendo a la construcción de un mundo mejor.


Las mujeres estamos haciendo un trabajo maravilloso para quitarnos la venda de los ojos, para comprender cómo funciona la estafa romántica y cómo nos afecta. Nos estamos sintiendo cada vez más dueñas de nuestra vida, de nuestro amor, de nuestras emociones, y ya no queremos vivir el amor como una experiencia carcelaria.


Nuestros cambios están contribuyendo a cuestionar la hegemonía heterosexual y el sistema patriarcal: leemos, escuchamos a las demás, conversamos, estudiamos, hacemos terapia, asistimos a jornadas, congresos, talleres, cursos, creamos redes y estamos mezclando todo el tiempo nuestros conocimientos teóricos con nuestras vivencias personales.


Los hombres, mientras, están un poco perdidos. Se dice que la crisis de la masculinidad empezó en los ochenta, pero la realidad es que estamos en pleno siglo XXI y muchos siguen actuando y relacionándose igual que sus abuelos. Unos niegan la estructura de violencia y opresión contra las mujeres, otros se hacen preguntas pero se resisten, unos han empezado a trabajar sus patriarcados, pero la verdad es que son pocos los hombres que desean renunciar a sus privilegios y empezar su proceso de transformación.


Este libro puede que les ayude a entender cómo usan su poder y a encontrar herramientas para elaborar sus contratos de amor de una forma igualitaria, justa y solidaria. Pero depende, obviamente, de su capacidad para desobedecer el patriarcado y entrenarse en las artes de la autocrítica amorosa.


Soy consciente de que todo lo anterior supone mucho trabajo: no es nada fácil concebir un contrato en el que nosotras adquirimos conciencia de nuestro poder para negociar, y ellos de su necesidad de renunciar a los privilegios que han tenido hasta ahora. Pero este contrato amoroso es la única manera de poder disfrutar del amor, y para ello hay que abrir mucho la mente, ensanchar nuestros horizontes y disfrutar de los cambios que van surgiendo en nuestro camino hacia la liberación.


Para poder disfrutar tenemos que alcanzar unos pactos que nos permitan cuidarnos y cuidar la relación durante el tiempo que permanezcamos juntos. Para ello, nos hace falta una enorme cantidad de honestidad, valentía, empatía, generosidad, ternura, comunicación, solidaridad, apoyo mutuo, paciencia infinita... Pero también muchas herramientas para revisar nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos, para hacer elecciones y tomar decisiones, para ser responsables y actuar en compromiso con nosotras mismas.


Aquí encontrarás muchas de las claves que te pueden ayudar a construir tu contrato desde los valores y principios de la ética amorosa. La ética amorosa consiste en poder relacionarnos como iguales y querernos desde la filosofía de los cuidados y los buenos tratos.


Conocerse mejor a una misma y a la pareja, conocer mejor nuestra cultura amorosa, es esencial para poder romper con el romanticismo patriarcal y para atrevernos a configurar nuestro propio contrato de amor.


Si aprendemos a usar nuestro poder y a negociar nuestros contratos, no solo vamos a vivir mejor nosotras, sino también las demás. Porque este proceso de liberación y de toma de poder es contagioso e influye en todas las mujeres de nuestro entorno.


Cuando todas comprendemos que sí es posible hacer cambios aunque estemos muy enamoradas, y que sí es posible vivir una buena vida libre de sufrimiento, entonces la transformación personal se convertirá en colectiva.


Espero que disfrutes mucho de este camino, sola o en pareja, que puedas llevar al día a día todos los descubrimientos y aprendizajes para que te sean realmente útiles en tu proceso de liberación y en la elaboración de tu contrato amoroso con la persona o las personas a las que quieres.


No te olvides de que no estás sola: somos muchas las mujeres en proceso de cambio, y cada vez somos más.


Coral Herrera Gómez 






¡Ya disponible en papel, pronto en ebook!


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12 de julio de 2020

Los cuernos de las reinas son nuestros cuernos



A Sofía y a Diana las engañaron, pero nos engañaron a todas las demás también. Nos engañan todo el tiempo. Ellos no viven en monogamia. El matrimonio por amor es una estafa. 

No son las únicas: a María Victoria de España, a Paola de Bélgica, a Silvia de Suecia, a Noor de Jordania, a María Isabel de Dinamarca, y a la Reina Isabel II de Inglaterra, también las han engañado. 

Casi todas las princesas y reinas de las casas reales han sufrido infidelidades durante siglos. 

Y nosotras, las plebeyas, también. 

Nos casamos pensando que vamos a ser felices y que el amor verdadero es exclusivo y monógamo. Cuando descubrimos la trampa (la monogamia es solo para nosotras), a menudo es demasiado tarde, porque ya estamos atrapadas en una estructura de dependencia que no nos permite echar a volar. 

Las princesas que sufren por amor tienen dos opciones cuando descubren las infidelidades de sus príncipes: o renunciar al amor y al sexo, quedarse calladas y resignarse como Sofía, o protestar y divorciarse como Diana, que prefirió renunciar a los títulos de la realeza para poder vivir su vida como quería. 

Nosotras tenemos menos opciones aún: ni tenemos títulos, ni tenemos acceso al divorcio porque vamos directas a la precariedad y a la pobreza. 

¿Para qué nos engañan? Para que nos atemos a un hombre, para darle hijos, para que nos quedemos en casa, para que participemos en la estafa colectiva de la familia feliz, y para que aguantemos cuando la descubramos. 

¿Cómo nos engañan? En la infancia nos ofrecen historias de amor con final feliz y nos seducen con las imágenes de bellas plebeyas que salen de la pobreza a través del amor y se convierten en princesas. Para hacer más real el asunto, nos ofrecen bodas reales de mujeres de carne y hueso que salen del mundo laboral, se van a vivir a un palacio, comen perdices y son felices. 

La Monarquía es una institución que sirve para dar ejemplo, para ofrecer modelos de masculinidad y feminidad a los que imitar, para que multipliquemos las familias felices, para que todo siga en orden. Nos retransmiten las bodas reales para hacernos creer que la felicidad está en encontrar a tu media naranja y dedicarte a cuidarle a él y a sus hijos durante el resto de tu vida. Se gastan millonadas en sus bodas, y asistimos a ellas masivamente, encandiladas con el lujo y el derroche de flores, vestidos de alta costura, joyas, coches carísimos, sonrisas perfectas. 




El planeta entero vibra con las miradas de amor que cruzan los novios en el altar, redoblan las campanas de alegría, estallan los aplausos en la calle cuando pasa la comitiva nupcial, las multitudes piden que la pareja recién casada se bese, y nos pasamos semanas consumiendo noticias sobre el fastuoso banquete de bodas y la dulcísima luna de miel, esperando que dentro de nueve meses anuncien la llegada del primer bebé que garantizará la perpetuidad de la Corona. 

Millones de mujeres ven cumplido el sueño de los cuentos de princesas cada vez que se celebra una boda real y ven entrar a la novia por la puerta de la Catedral al son del Aleluya. Son mujeres de carne y hueso elegidas por los herederos de los tronos reales para ser las futuras reinas: unas son nobles o de familias emparentadas con la familia real, y otras son plebeyas, como Kate Middleton, Leticia Ortiz o Megan Markhle. Todas ellas ayudan a soñar a millones de mujeres adictas al amor romántico.  

Después de la luna de miel, vienen los bebés reales, y con ellos, la cascada de infidelidades. La lista de príncipes y reyes infieles de nuestra época es enorme: Alfonso XIII de España, Alberto II de Bélgica, Carlos Gustavo de Suecia, Hussein de Jordania, Federico de Dinamarca, Carlos de Inglaterra, y por supuesto, no podía faltar en esta lista, Juan Carlos I de España. 




A Sofía de Grecia la casaron muy jovencita, y en las fotos se la ve muy ilusionada. En pocos años su matrimonio estaba roto por las infidelidades de Juan Carlos I, que pagaba a sus amantes a cambio de silencio, y acumuló una enorme fortuna aprovechándose de su condición de rey inviolable. Podría haber vivido muy bien con el dinero que los españoles ponen todos los años para mantenerle, a él y su prole, pero era muy generoso con sus amantes, y quería vivir a todo trapo. Mientras se daba la gran vida, condenaba la corrupción en sus charla de Nochebuena de cada año, y advertía que el peso de la justicia debe recaer sobre todos los ciudadanos que no cumplen con la ley. 

La Reina Sofía fue educada para aguantar y para sufrir, para disimular su tristeza o su rabia, para mantener la sonrisa antes las cámaras, para seguir con su papel de esposa fiel y madre entregada, incluso cuando se empezaron a destapar todas las infidelidades de su marido. Eligió ser la mujer patriarcal, sumisa y obediente que sufre en silencio en una época en la que el divorcio estaba prohibido y el matrimonio era un sacramento eterno, ¿tenía otra opción en aquel entonces?. 

Sofía tenía que dar ejemplo a las demás mujeres de España: una mujer de verdad lleva sus cuernos con resignación y con toda la dignidad posible, y no abandona nunca su puesto como esposa oficial. Educó a sus dos hijas para que aguantaran los cuernos igual que ella: al marido solo se le pide discreción.

Lady Di rompió con ese papel de mujer sufrida: es cierto que al principio se presentó ante los medios como una víctima de la infidelidad de Carlos, pero más tarde confesó que ella no renunció al sexo y al amor, y que tuvo varios amantes: un cantante, un chófer. un profesor de equitación, un guardaespaldas... no tuvo mucha suerte en el amor hasta que llegó Dodi Al Fayed, que podría haberle dado hermanos árabes a los herederos del glorioso imperio británico. 
 
El público siempre estuvo de su parte porque ella fue engañada y utilizada para estafar al pueblo británico, y la coronó como la reina del pueblo. Carlos siempre estuvo enamorado de Camila, que estaba casada. Y hoy por fin, ambos han cumplido su sueño y viven juntos y felices, con la bendición de la Reina Isabel II. 

En su momento había que buscarle a Charles una princesa de verdad. Eligieron a Diana porque era una muchacha dulce, educada, tímida, que creía en los cuentos de hadas, pero podrían haberle destrozado la vida a cualquier otra jovencita que cumpliese condiciones similares. 

No sabemos si Carlos se paró a pensar en algún momento si era justo utilizar a Diana, que tenía doce años menos que él, para poder seguir su relación con Camila. Con o sin remordimientos, él y su familia se aprovecharon de su inocencia: mientras Diana creía en el mito del matrimonio por amor, en las casas reales siempre han sabido diferenciar muy bien entre el amor y el matrimonio, el placer y las obligaciones. 




¿Y la Reina Isabel II? Ella es el ejemplo de cómo sostener los cuernos con elegancia y dignidad. Su marido, el duque de Edimburgo, tuvo una "amiga íntima" que era 30 años menor que él, lady Penny Brabourne, que tuvo un sitio privilegiado en el entorno palaciego y en el funeral. De igual manera que Camila viajaba en el séquito de los príncipes de Gales para estar junto a su amado y su esposa, lady Penny también pudo formar parte de la familia real y viajar con el matrimonio sin ningún problema.

Además de esta "amiga fiel", o "amiga entrañable", el marido de la reina tuvo todas las amantes que quiso: Susan Ferguson, Cobina Wright Jr., Alexandra de Kent, Patricia Kluge, Lady Brabourne, Helene Cordet, Lady Romsey... la reina estuvo al tanto de todas sus infidelidades, y gracias a su capacidad para llevar los cuernos, su matrimonio duró 73 años. No sabemos si la Reina también tuvo una vida sexual y amorosa intensa como su marido. 





La monarquía es una institución que sostiene a las principales instituciones de los Estados posmodernos de hoy en día, que son las mismas que en la Edad Media: Ejército, Iglesia, la Banca y la Familia Tradicional. En las bodas reales están todos: el novio viste traje militar de gala, los recién casados pasan por el puente de sables que bendicen su unión, los empresarios y los banqueros lucen sus mejores galas, acuden herederos de todas las casas reales, y las bodas se celebran bajo el rito católico en catedrales imponentes con música sacra, custodiados por el ejército nacional y la cúpula de la jerarquía eclesiástica, todo adornado con flores y trajes de ensueño. 

Estas bodas, y sus consiguientes infidelidades, las pagamos nosotras de nuestro bolsillo, a través de los impuestos. Vean si no cómo ha vivido el esposo de la infanta Cristina de Borbón: imitando a su suegro, viviendo como un Rey, y engañando a su mujer desde que tuvo el primer bebé. Resultado: Cristina pariendo hijos durante años, Iñaki viviendo a todo lujo, follando como loco con cuantas mujeres ha querido, mientras nos hacía creer que era un marido ejemplar, un ciudadano modelo, un padre de familia responsable y honesto: era todo mentira. 

Y a pesar de todo, su propio hijo le justifica: "Son cosas que pasan", y luego declara: "Lo normal es que mis padres se reconcilien", y no, Pablito Urdangarín, lo normal en el siglo XXI es que las mujeres dejen las relaciones en las que sufren maltrato emocional y psicológico. Urdangarín es un maltratador porque ha mentido a su compañera, se ha aprovechado de ella, ha abusado lo que ha querido, ha vivido sin trabajar durante años, y eso se llama violencia: violencia económica, emocional y psicológica. 





La función de las mujeres en la monarquía es, básicamente, ser madres y esposas, mantenerse guapas, sonreír, servir al marido y a la nación, y darle herederos a la corona. Es también la función que tenemos las demás mujeres, según los postulados de la derecha más extrema de la Iglesia Católica. Los hombres son educados para vivir como reyes, mientras las mujeres somos educadas para que nos creamos que algún día seremos la princesa de alguno de esos reyes. 

A ninguna mujer le gusta vivir con cuernos, porque las que perdemos nuestro prestigio con las infidelidades de ellos somos nosotras. Ellos quedan siempre como machos con una gran potencia sexual. Las cornudas en cambio han sido siempre objeto de burla de los demás: en el imaginario colectivo, se cree que una mujer que no es capaz de vigilar, controlar y castigar a su marido, es una fracasada. 

El patriarcado nos hace creer que las culpables de las infidelidades masculinas somos las mujeres, bien porque nos dedicamos a calentar a los maridos de otras, bien porque no cuidamos a nuestros maridos, no les damos lo que desean y por eso se ven "obligados" a irse con otras. La única posibilidad de conservar algo de dignidad para una mujer cornuda es hacer como que no tiene cuernos, y sufrirlos en silencio, igual que se sufren las almorranas. 

Si te rebelas ante las infidelidades de tu marido, tienes que enfrentarte a una sociedad machista que disculpa a los hombres y se burla de las mujeres que quieren ser felices en su matrimonio, y de las mujeres que son engañadas por sus esposos. Una sociedad machista que castiga de manera diferente la infidelidad femenina y la masculina: a ellos les dejan tres días durmiendo en el sofá cuando echan canitas al aire, mientras que a ellas las asesinan cuando son infieles, o cuando quieren separarse. Según la ONU, 87 mil hombres asesinan a sus esposas o ex esposas cada año. 




Volvamos al cuento de hadas, a los trajes de novia, a los ramos de flores, al sonido de los violines. Las princesas tienen que formar familias felices para dar ejemplo a las plebeyas, y para seducirnos a todas con la idea de que la felicidad, el dinero y el poder se pueden conseguir a través del matrimonio. La revista ¡Hola! es un ejemplo del éxito de esta estrategia para que las mujeres crean en el mito del matrimonio por amor: hay millones de adictas a los reportajes de princesas mostrando sus lujosos palacios, sus lindos vestidos, y sus bebés blanquitos y rosados para despertar la admiración y la envidia de las mujeres de carne y hueso, e invitarlas a hacer lo mismo, pero con menos lujos. 

Después de esos reportajes aparecen las mujeres de toreros, futbolistas y grandes empresarios. Son princesas de segunda categoría, pero también se muestran muy felices confinadas en su hogar y dedicadas a su familia. Cuando no están cuidando de la casa, de sus maridos e hijos, ni cuidando su aspecto físico, es decir, en su escaso tiempo libre, se dedican a ejercer la caridad y a hacerse fotos con niños pobres o con enfermos de cáncer, y a acudir a fiestas como jarrón florero al lado de su esposo. Todas tienen criadas y niñeras para poder ir al gimnasio, acudir a desfiles de alta costura,  y tomar el sol en el yate   

Y después estamos nosotras, las de carne y hueso, al final de toda la jerarquía, mujeres que se topan con una realidad muy distinta a la que soñaron viendo las bodas reales por la televisión. 

¿Cómo lleva la Reina Sofía sus cuernos? Nunca ha torcido el gesto en público. A veces tarda un poco en llegar al hospital cuando operan a su marido, pero va. Cuando era joven creyó que no podía liberarse de su papel de esposa abnegada y sufriente, y aceptó su cruz particular. La mujer que sufre ha sido divinizada por la Iglesia, el modelo de la Virgen María nos fue impuesta bajo la dictadura de Franco: las mujeres debían ser monógamas y aguantar, soportar, y vivir con resignación asumiendo la presencia de las amantes de sus esposos. Sofía ha sido el ejemplo a seguir por las demás: una mujer que no protesta, y que tras la amarga decepción, decide disimular y hacer lo que se espera de ella. 

Silencio, aguante, discreción y sacrificio. Por el bien de España.

Juan Carlos quiso divorciarse de Sofía para casarse con Marta, pero le quitaron la idea de la cabeza: España no estaba preparada para los divorcios reales como Inglaterra o Mónaco. Fueron 40 años de dictadura, y la Iglesia nunca le hubiese apoyado. Debía cumplir con sus obligaciones y permanecer casado con Sofia, muy a su pesar. Los reyes tienen muchos privilegios, como tener amantes, pero no pueden enamorarse de ellas, ni casarse con ellas. 




La mayoría de las mujeres van al matrimonio hoy en día como fueron Sofía y Diana, sin saber que el mito de la monogamia es en realidad un mandato que existe sólo para las mujeres: en general, los hombres siempre han podido tener una vida sexual y amorosa diversa, y plena. Y los que más amantes tienen y los que más disfrutan son los hombres que tienen dinero y poder, como es el caso de los reyes. Todos han aparentado ser hombres monógamos y obedientes con el Régimen Heterosexual, ejemplares ciudadanos y excelentes padres de familia que van a misa los domingos, y casi todos han tenido amantes e hijos ilegítimos. En algunos casos la prensa de su país los ha encubierto, como en España, y en otros no.  

Diana también vio muchas películas de princesas, y fue al matrimonio creyendo que el matrimonio era cosa de dos. Después de la boda, Carlos apenas quería tener sexo con ella, pero disfrutaba como un loco con el gran amor de su vida: "Quiero ser un tampón para meterme en tu vagina", le decía a Camila en los tórridos mensajes publicados años después en los principales diarios ingleses. 

La Casa Real Británica utilizó a Diana para construir una familia feliz ficticia, y cuando se destapó toda la estafa romántica, ella logró que la población mundial se pusiese de su parte. 

Al principio aguantó todo tipo de humillaciones: Camila viajó con el matrimonio, sus hijos y su séquito varias veces en vacaciones, y en varios eventos públicos. Camila siempre estuvo ahí, hasta que Lady Di se hartó, decidió romper su imagen angelical y destrozó frente a las cámaras el cuento de hadas que empezó semanas antes de su boda y que duró demasiados años. 

Diana sufrió mucho: tuvo depresión, bulimia y anorexia, crisis nerviosas, e intentos de suicidio, pero Carlos no se compadeció de ella, ni se enamoró de ella. Cuando Diana se rindió, asumió que su matrimonio era de tres, y que la corona británica era una farsa, empezó a vivir mejor y a cuidarse más, y a tener también sus amantes. Se atrevió a romper el silencio, a desvelar el lado oscuro de la monarquía, a denunciar la estafa que había sufrido en las televisiones de todo el mundo. 

Tiempo después, se atrevió a hablar de sus infidelidades, y se justificó dejando claro que rompió la monogamia porque su marido nunca la amó, y nunca estaba en el palacio. Y todas la comprendimos al instante. No era justo que ella quedara condenada a vivir sin sexo, sin amor y sin cariño mientras Carlos El Egoísta vivía como antes de casarse, viendo a su amante y dedicado a sus pasiones. 

Como todos los hombres infieles que lo quieren todo: una esposa fiel y al mismo tiempo un montón de amigas disponibles en su agenda.




Sofía también tuvo a Corinna en palacio y en los viajes oficiales en avión. Era la asesora de su marido, rubia, guapa, joven, y poderosa. Y me imagino la humillación que debió sentir: se tuvo que comer la situación con patatas. 

Hoy Sofía sigue en silencio, viendo desde la distancia cómo su marido se hunde poco a poco. La prensa ya no protege al emérito, el poder judicial le ha retirado la impunidad, y cada día sabemos más detalles del engaño: la imagen de una familia real feliz, tradicional y campechana se ha desmoronado. 

Ni feliz, ni tradicional, ni campechana: hoy la familia real se ha reducido y fragmentado, hoy sabemos que Juan Carlos I utilizó sus privilegios para amasar una ingente fortuna, que nunca quiso tributar en España, que su matrimonio nunca fue feliz, y que todo lo que nos contaron era mentira. No había familia feliz veraneando en el palacio de Marivent, ni yendo a misa, ni besando la mano del Papa. El Rey no respetaba la institución del matrimonio, y tampoco amaba a su país: escondía su dinero en cuentas de Suiza y lo gastaba en mujeres. 

El símbolo de esa gran estafa es la aparición de Corinna luciendo la pulsera que le regaló el Rey de más de tres millones de euros, aunque a quien más nos duele es a todos los españoles que la financiamos pagando nuestros impuestos. Cuando se rompió la cadera matando elefantes en Botsuana, descubrimos la ficción con la que nos engañaron durante años. 

Sólo que Juan Carlos no engañó sólo a Sofía: se rió de toda España.

El Rey nos pidió perdón por la tele y nos dijo que no volvería a ocurrir. 

Como cualquier marido que es descubierto mintiendo y engañando a su compañera: te pido perdón, lo siento mucho, no volverá a ocurrir. 
 
¿Y cómo se ríen los maridos de nosotras? Echad un vistazo a los aparcamientos de los moteles y los burdeles en pueblos y carreteras: están llenos de coches por la mañana, por la tarde, y por la noche. 

¿Por qué aguantamos las mujeres los cuernos al mismo tiempo que obedecemos la ley de la monogamia? Porque no tenemos autonomía económica, ni emocional, ni redes que nos sostengan en un mundo hecho por y para las parejas. 

En las revistas del corazón las princesas que sufren infidelidades, o bien perdonan a sus maridos y les dan una segunda oportunidad, o bien son presentadas como víctimas que están luchando por sanar sus heridas y rehacer sus vidas junto a otro hombre guapo y famoso.

¿En qué se parecen sus cuernos a los nuestros? En que todas hemos sido educadas para creer en el mito de la monogamia y en el mito del matrimonio por amor, no importa a qué clase social pertenezcamos: todas soñamos, en algún momento de nuestras vidas, con el príncipe azul, con el gran amor de nuestras vidas, con el compañero ideal con el que hacer este viaje por el mundo. Y todas tenemos miedo a quedarnos solas y a que nadie nos quiera. 

¿Cuál es la diferencia entre los cuernos de las reinas y los nuestros?  Ellas tienen mucho dinero en su cuenta bancaria, y nosotras no. 

Ahora que sabemos todo lo que hay detrás de las familias unidas y felices que forman las mujeres más envidiadas e imitadas del planeta, me pregunto si volveremos a llorar con la próxima boda real. 

Ahora que sabemos que el matrimonio monógamo de reyes y reinas es una estafa en la que colaboran todas las instituciones, incluidos los medios de comunicación, 

¿cuántas seguirán soñando con casarse con un príncipe que las lleve a un palacio?, ¿cuándo nos daremos cuenta de que no es lo mismo estar encerrada en un palacio que en un piso de 60 metros, y que el divorcio es un lujo que no está al alcance de la mayor parte de las mujeres del planeta?, 

¿cuántas seguirán sin ver que los enlaces reales son asuntos políticos y estrategias de marketing que nada tienen que ver con el amor? 

¿Cuántas mujeres seguirán copiando los modelos del vestido de novia real para su propia boda?, ¿cuántas seguirán creyendo que sus maridos cumplirán con el pacto de monogamia que han firmado al casarse?, ¿cuantas tendrán que seguir sufriendo los cuernos en silencio, cuántas humillaciones estarán dispuestas a soportar? 

Y, cuando al poco tiempo de casarse descubran la trampa, ¿seguirán el ejemplo de la callada Sofía, o se rebelarán y se atreverán a protestar como Diana?, ¿se atreverán también a romper el pacto de la monogamia, o no lo harán por miedo a ser asesinadas?

¿Tomaremos conciencia algún día de la injusticia de la doble moral que permite a los hombres llevar  dobles vidas y regar el mundo de hijos huérfanos de padre? 

¿Entenderemos en algún momento que el amor de las mujeres es un asunto político, y que la gran estafa del matrimonio por amor está basada en la monogamia femenina y la libertad masculina?, ¿nos rebelaremos ante la injusticia y reclamaremos la libertad sexual y amorosa que nos corresponde?, 

¿Y los hombres, seguirán siendo igual de machistas o egoístas, o tomarán conciencia de sus privilegios, y se trabajarán la honestidad y el compañerismo para poder vivir en pareja?, ¿dejarán de obligar a sus parejas a ser fieles, serán capaces de amar y respetar su libertad?

¿Y nosotras, comprenderemos por fin que los cuernos de las princesas y de las reinas, son también nuestros cuernos, que el adulterio forma parte del régimen monogámico, y que la infidelidad masculina no es un problema personal ni de pareja, sino un problema colectivo? 

Coral Herrera Gómez 



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13 de diciembre de 2013

Fragmentos de Bodas Diversas y Amores Queer






Y tú aquí te me vas a morir de la pena en París. Aquí es así de gris todo el año. Tienes que ser valiente, apostar por ti, por tus sentimientos, por la gente a la que amas. Eso es lo único que merece la pena, créeme. El amor, las apuestas personales, las decisiones que una toma”.

Rocío me contó su historia con Freddy: los dos ilustres becarios, uno en París y otro en Hong Kong. Ninguno quiso renunciar a su carrera para unirse al otro en cualquiera de las dos ciudades. Aceptaron con resignación que iba a ser solo por tres años, y en esto se les pasó la vida y se les difuminó el amor de tanto skype.

Mientras Rocío trabajaba para convencerme de que una tiene que estar donde es feliz, Freddy estaba en una conferencia en Río de Janeiro, preparando mentalmente las maletas para regresar definitivamente a París, al lado de Rocío. Pero esto no lo sabíamos ninguna de las dos. Un poco más al norte, en Costa Rica, Maika pensó que el billete de avión a París para Jorge había sido buena idea. Y lo fue, porque durante esos meses nos agarramos a ese billete electrónico con ardor. Nos consolaba mucho repetir en voz alta la fecha del vuelo. Y el reencuentro fue maravilloso. 


Mi boda mágica


Mi boda mágica


Boda Helen e Isabel


Boda en Lavapiés

Boda en Lavapiés

Boda en Lavapiés


Boda En Tánger



Boda en Tánger


El lado oscuro de las bodas





La gente se quiere, es inevitable. A pesar de las tradiciones impuestas, de las normas y las prohibiciones, de los mandamientos morales o religiosos, la gente se enamora. No hay cura, legislador, policía, soldado, juez o psiquiatra que pueda evitarlo.





Lo llaman amor pasional y no lo es. Desde mi punto de vista, es una pena que no podamos construir relaciones igualitarias exentas de luchas de poder y egoísmos. Seguimos anclados a miedos y emociones fosilizadas por el patriarcado.





En nuestras sociedades occidentales no hay tiempo para el amor: ni para el de pareja, ni para construir redes de amor colectivo en el vecindario o en el pueblo. Y sin embargo, la soledad nos mata. Necesitamos llenar nuestro vacío con compañía, y sabemos que el efecto del abrazo de nuestra gente querida es más potente que los antidepresivos, que una charla profunda es mejor que cualquier ansiolítico, que una noche de amor cura todos los males del alma, que una tarde de trabajo compartido con la gente del barrio es más potente que una tarde de chat por internet.

Pero nos hacen creer que la gente en general es pura mierda, y que la solución a nuestros problemas pasa por encontrar a una sola persona que colme todas nuestras necesidades afectivas y de ocio. Una media naranja que nos haga sentir que nunca más estaremos solas, o solos.








Otras Bodas son posibles


"En la calle, en las casas y en las camas, la realidad es mucho más diversa, compleja y colorida. Existen otras parejas, existen otros modelos, y la gente va saliendo de los armarios e inventando nuevas formas de quererse. Son muchos los que están trabajando para crear otras formas de organizarse. Y muchas las que trabajan para visibilizar otros romanticismos y para reivindicar el derecho universal al amor.

Porque otras bodas son posibles, tenemos que seguir construyendo relaciones alternativas al absolutismo heterosexual e individualista, ampliar nuestros horizontes, ensanchar nuestros corazones." 



1 de octubre de 2013

Bodas diversas y amores queer






Este libro habla de mis bodas en Madrid, Tánger y San José, y otras bodas diversas. En estas páginas encontrarán reflexiones en torno a los ritos nupciales y las utopías románticas posmodernas, anécdotas personales, historias de vida, cuentos sobre bodas románticas y divertidas, y unas cuantas preguntas. Es una propuesta a medio camino entre el cuento y el ensayo para aportar a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa, para contribuir a la creación de nuevos relatos sobre amores románticos, y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos humanos de la población LGBTQ.









"Bodas Diversas y Amores Queer" es el nuevo libro de Coral Herrera sobre las bodas románticas y los amores diversos. 

Es un libro a medio camino entre el ensayo y el relato en el que se mezclan reflexiones teóricas, anécdotas personales, historias de vida y unos cuantos análisis de ritos nupciales románticos alternativos. La autora, Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual por la UC3M, nos cuenta sus bodas en Madrid, Tánger y San José, desde un enfoque antropológico y queer. 

Este es el tercer libro de Herrera Gómez, en el que sigue la línea de sus trabajos anteriores basada en el análisis de la utopía romántica posmoderna, la idea de que lo romántico es político, y que otras formas de amor son posibles. La autora madrileña y residente en Costa Rica ofrece su visión sobre la dimensión política, económica y social del amor, sobre las consecuencias del individualismo y el miedo a la soledad, sobre los amores clandestinos y amores legítimos, sobre la necesidad y la libertad para amar. 

Es un alegato a favor de la diversidad del amor y de la cantidad de formas que hay de unirse y celebrar la vida junto a los seres queridos. Esta auto publicación de 126 páginas es una mezcla de anécdotas, análisis y deconstrucciones, muchas preguntas y unas cuantas propuestas para encontrar el modo de querernos más y mejor. La escritora queer Coral Herrera aporta con su obra a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos de la población LGBTQ.




31 de mayo de 2013

Prólogo del libro Bodas Diversas y Amores Queer



Hoy tengo el gusto de presentarles mi nuevo libro sobre mis bodas en Madrid, Tánger y San José, y otras bodas diversas. En estas páginas encontrarán reflexiones en torno a los ritos nupciales y las utopías románticas posmodernas, anécdotas personales, historias de vida, cuentos sobre bodas románticas y divertidas, y unas cuantas preguntas. Es una propuesta a medio camino entre el cuento y el ensayo para aportar a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa, para contribuir a la creación de nuevos relatos sobre amores románticos, y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos humanos de la población LGBTQ.








Me casé por amor. Y escribo este libro porque me encantan las bodas.

Aquí les cuento sobre las bodas que he creado, las bodas que he protagonizado y algunas bodas que he vivido de gente muy querida. Me apetecía dejar la teoría y sumergirme en la realidad, fuente inagotable de narrativas de todo tipo, a menudo más complejas, coloridas y diversas que las de ficción. Mientras les entretengo con historias de amor, haremos un análisis crítico de de los ritos nupciales de nuestra cultura y también obtendremos herramientas para poder analizar nuestras propias bodas en clave de humor, y con enfoque de género.

Este es mi primer libro escrito desde una perspectiva queer, con afán crítico y con mucho humor. Con mucho amor, también.

Lo escribí con el afán de contribuir a la despatriarcalización del amor romántico y a la construcción de relaciones más sanas, igualitarias y libres; y para tratar de entender por qué nos casamos y nos divorciamos tanto, por qué el matrimonio se considera el día más importante en la vida de una mujer, por qué todos los relatos acaban en boda, por qué solo unos pocos pueden casarse, y por qué dedicamos tanto tiempo y energía a encontrar a nuestra media naranja.

Pienso que es fundamental que aprendamos a querernos más allá de las etiquetas que nos separan, que logremos crear redes de afecto y de ayuda mutua más allá de la pareja, que luchemos unidos por el derecho a amar de todo ser humano (sea cual sea su identidad de género o su orientación sexual), que aprendamos a tejer redes de solidaridad para poder trabajar unidos por el bien común.

Además, creo que es fundamental contribuir a este trabajo de desmitificación y de nuevas construcciones desde la cultura: es necesario contarnos otros cuentos, visibilizar otras historias amorosas, dar espacio a héroes y heroínas de carne y hueso, crear tramas narrativas más diversas y coloridas.

Y por eso he escrito este libro. Bodas diversas y amores queer está confeccionado con diversas historias de vida, incluida un trocito de la mía propia. En él encontraréis anécdotas y relatos de celebraciones de amores diversos, muchas preguntas, alguna idea para vuestra propia boda y reivindicaciones variadas.

Es el libro más personal que he escrito porque habitualmente me escondo detrás de la teoría y de autoras y autores de prestigio para poder opinar sobre un tema que hasta ahora no ha tenido mucho espacio en el mundo académico.

Nos casamos y nos divorciamos todos los días, y yo no puedo seguir hablando del tema como si no fuese una humana que se enamora perdidamente. Caigo bajo los influjos de los mitos románticos como cualquier otra, y es importante para mí hablar y escribir de ello porque lo romántico es político y porque estoy trabajando desde hace años –como mucha otra gente– en resolver la contradicción entre el enfoque feminista queer y las emociones patriarcales que me habitan.

Ésta es la primera obra en la que mezclo teoría y praxis, intelecto y sentimientos, cultura y política, porque no los vivo ya como realidades opuestas, según la lógica del pensamiento binario patriarcal. Escribo desde donde soy, desde mis propias experiencias, desde mi contexto de mujer blanca treintañera emigrante juvenil, sin pretensiones de objetividad o neutralidad.

Manejo el lenguaje académico y el de la calle por igual, y quizás lo noten ustedes mientras leen: ambas jergas se complementan, no son contradictorias, flotan en el magma de jergas que me habitan sin jerarquías (el pachuquismo tico, el madrileñismo barriobajero, la finura académica, la jerga periodística y bloguera, la jerga del mundo del cine y el teatro…).

Quería también contarles que las doctoras feministas que critican el romanticismo patriarcal también se enamoran, disfrutan del amor, sufren lo indecible, se ilusionan y se decepcionan, e incluso se casan. Como todo el mundo.



Coral Herrera Gómez

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