26 de junio de 2015

Otras formas de quererse son posibles


El amor es una construcción (cultural, social, política), y por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, reformar, eliminar, reconstruir, y transformar. El amor es una energía que mueve el mundo, y cambia con las épocas históricas y las culturas que se expanden a lo ancho del planeta, de modo que cambia, muta y se transforma como cualquier otra construcción humana. Otras formas de relacionarnos son posibles: ya es hora de que asumamos el reto colectivamente, con alegría y desparpajo, que liberemos al amor del patriarcado y del capitalismo, que inventemos otras formas de querernos, que reivindiquemos los afectos y los sentimientos como un espacio político, y que nos permitamos explorar otras formas de organizarnos.


Pese a que nos quieren hacer creer que el romanticismo es un asunto privado e individual, lo cierto es que el amor no es un virus ni una enfermedad a la que una ha de enfrentarse en solitario. No estamos condenados a padecer el hechizo del amor que nos roba el juicio y la sensatez, que nos quita horas de sueño, que nos hace infelices y desgraciados, que nos enloquece y nos enajena sin que podamos hacer nada por evitarlo. Se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, es cuestión de ponerse manos a la obra.


Tenemos que desmontar el amor para volver a reinventarlo, y así transformar también nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. Para acabar con este sistema jerárquico basado en la explotación de la naturaleza, los animales y las personas, y en la violencia de todos contra todos, necesitamos una transformación política, económica, social, afectiva, sexual, y cultural.


Necesitamos un cambio radical profundo en nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los animales, con la naturaleza, con los pueblos y los países. Para lograrlo, necesitamos crear redes de solidaridad y ayuda mutua, acabar con la cultura del “sálvese quien pueda”, y trabajar colectivamente para mejorar las vidas de todos y todas.


Necesitamos derribar la desigualdad de género para poder construir relaciones basadas en la libertad, no en la necesidad y el interés egoísta de cada sexo. Tenemos que desaprender lo que significa ser mujer o ser hombre, para poder ser como queramos sin tener que someternos a las “normas de género” que nos imponen un estilo de vida, unos estereotipos y unos roles, y nos encierran en una identidad inmutable.


Despatriarcalizar el amor nos permitirá amarnos y querernos de tú a tú, sin jerarquías, sin dominación y sin violencia. Desmitificar todas nuestras historias de amor nos permitirá querernos los unos a los otros tal y como somos. Para poder desmontar el romanticismo patriarcal y capitalista, tenemos que ensanchar el concepto de amor a toda la comunidad, sin reducirlo a una única persona.


Tenemos que contarnos otros cuentos e inventar otros finales felices, mostrar la diversidad amorosa y sexual del mundo real, construir protagonismos colectivos y crear personajes capaces de salvarse a sí mismos, alejados de la masculinidad o la feminidad hegemónica.


Es necesario derribar las antiguas estructuras de dependencia e inventarnos otras formas de relacionarnos basadas en la solidaridad, la empatía, la libertad y la ternura social. Así podremos acabar con las guerras románticas, aprender a juntarnos y a separarnos con cariño, relacionarnos con amor con todo el mundo, y diversificar afectos.


Queriéndonos bien podremos acabar con las fobias y las enfermedades sociales como el machismo, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, o el clasismo. Con las guerras que hacemos contra los vecinos o los compañeros de trabajo, contra los raros y los diferentes… con más amor común, tendremos más herramientas para construir un mundo más pacífico y habitable.


Para aprender, organizarnos, celebrar, y transformar colectivamente el mundo que habitamos necesitamos mucho amor del bueno: es un asunto político que nos concierne a todos y todas, por eso es tan importante sacar el debate a las calles y a las plazas, a los congresos y las academias, a las asambleas y a los bares, a los medios de comunicación y a los espacios de discusión pública. Ya es hora de reivindicar el buen trato, el derecho al placer y al gozo, el respeto mutuo, las relaciones entre iguales, la expresión de nuestras emociones, la alegría de vivir y construir con más gente.


Tenemos que repensar colectivamente el amor, liberarlo de las estructuras que lo constriñen, romper con las normas del romanticismo tradicional y la doble moral sexual, derribar el régimen heterosexual, acabar con la sacralidad del dúo, cuestionar todos nuestros tabúes.


El reto es apasionante, porque una vez analizado y desmontado el amor, tenemos que lanzarnos sin referencias ni fórmulas mágicas a construirlo de nuevo, a probar nuevas vías de relacionarnos sexual, afectiva y sentimentalmente, a crear otros romanticismos que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más.


Sí, otras formas de querernos son posibles… hay que lanzarse sin miedo, apostar por la revolución de los afectos y las emociones, construir nuestras propias utopías para querernos bien, más y mejor.


Coral Herrera Gómez

23 de junio de 2015

Lo Romántico es Político





Otras formas de quererse son posibles

Sálvame: la utopía romántica de la transformación personal.

El amor romántico es hoy una utopía emocional colectiva: en nuestro mundo posmoderno la gente busca la fusión (con la media naranja y con el Cosmos), la salvación, la transformación y la felicidad a través del amor de pareja. El romanticismo es también una especie de religión individualista, con sus paraísos hechos a medida y con sus múltiples infiernos, con sus rituales de unión y separación, con sus propios símbolos, mitos, héroes y heroínas, y con sus mártires del amor.

Como cualquier utopía, el romanticismo posmoderno es un espacio mágico cargado de promesas de cambio y transformación. El amor es un proceso revolucionario personal porque trastoca nuestras vidas enteras, y construye puntos de inflexión en nuestras biografías: nos revuelve las emociones, desbarata nuestros  horarios y costumbres, nos lleva a tomar decisiones importantes, nos sitúa en estados extraordinarios que alteran nuestra cotidianidad, y nos eleva el espíritu hacia la inmensidad del Universo, la eternidad, la pureza, la perfección y la felicidad.

En los cuentos que nos cuentan, la magia del amor nos cambia la vida: las chicas pobres se convierten en princesas, los adolescentes inmaduros se convierten en hombres adultos y valientes, las ranas se transforman en príncipes azules, los monstruos recuperan su Humanidad, las hadas te paralizan (te duermen, o te congelan), las brujas preparan brebajes para enloquecer a sus víctimas, los muertos resucitan, los pájaros hablan, los dragones vuelan, y el amor lo puede todo. 

El amor no sólo puede cambiarnos la vida a mejor, sino que también contiene una promesa de salvación. Las protagonistas de los cuentos se salvan de la explotación laboral o del encierro en la torre a través del amor, pero también en la vida real el amor nos salva: la periodista que por amor se transforma en Reina de España, o la plebeya que se transforma en Princesa de Gales. Ninguna de las dos tendrá que hacer frente, como sus compañeras de generación, a la precariedad femenina,  a los vaivenes del mercado laboral, a las crisis económicas y el desempleo.

Letizia y Kate fueron elegidas por un príncipe azul europeo, pero no son las únicas: también las novias de los futbolistas multimillonarios se salvan de la angustia económica cuando son elegidas por los héroes de la posmodernidad. Las mujeres que logran emparejarse con líderes que acumulan recursos y poder se salvan todas (siempre y cuando logren mantener la pareja), por eso no es de extrañar que haya tantas mujeres en el mundo que en lugar de trabajar por su autonomía económica prefieren esperar a ser elegidas por algún hombre que las mantenga de por vida.

11 de junio de 2015

Video Coral Herrera Junio 2015



Este vídeo dura solo dos minutitos, lo hicimos en el Centro Cultural de España en Costa Rica para promocionar mi charlita de esta tarde en San José, espero que les guste ;)

Coral Herrera Gómez Blog

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